miércoles, 21 de julio de 2010

7ª Etapa: Los Arcos – Logroño


Entrando en tierras riojanas
27,6 km.


La etapa que despide el Reino de Navarra para entrar en la provincia riojana, tierra de gran vino, presenta un kilometraje largo. El calor, una vez más, se encarga de poner el puntito de “emoción” a la ruta. Menos mal que encontramos en general tramos de sol (la mayoría) y de sombra alternos…

Tres cosas me han llamado más la atención en esta etapa: la iglesia del Santo Sepulcro en Torres del Río, la majestuosidad de Viana y la laguna de las Cañas, pero vayamos por partes.



Estoy tardando unas 6 horas por etapa así que como viene siendo habitual me pongo en marcha a eso de las 7,30 h. cruzando la puerta de Castilla y el puente para dejar atrás Los Arcos. Los primeros kilómetros son una recta hasta Sansol (iglesia de San Zoilo) y Torres del Río. Aquí destaca sobre el conjunto medieval del pueblo la ermita del Santo Sepulcro, que es una reproducción a escala del templo de Jerusalén. Tiene planta octogonal, por lo que me recuerda también a la de Eunate, pero ésta es más pequeña y carece de los bellos arcos.
Entre casas blasonadas salgo de Torres del Río (en la foto peregrino en bici frente al albergue) por caminos polvorientos hasta Nuestra Señora del Poyo y de allí a Viana, un precioso conjunto histórico-artístico en el que destacan, murallas adentro, los palacios barrocos, la plaza de los Fueros, la casa consistorial y la excolegiata de Santa María. Una maravilla.



El Camino pasa también junto a la ermita de Nuestra Señora de las Cuevas en un paisaje pleno de viñedos, y muy cerca de la laguna de las Cañas. La laguna de las Cañas es un Reserva Natural navarra repleta de vida. Sobretodo avifauna. Un centro de observación permite una panorámica –quizá algo alejada pero general- de esta laguna de buenas proporciones. Estamos a un tiro de piedra de Logroño, a unos cinco kilómetros de la capital riojana pero aunque parezca extraño al tener a la urbe al alcance de la mano, seguimos en tierras navarras. La laguna supone sin duda un bello colofón a mi peregrinaje por Navarra.



Logroño es la segunda gran ciudad con la que nos topamos en el Camino desde Roncesvalles. Me encanta la vida que llevan sus habitantes en el centro. Se les ve en la cara que viven bien en Logroño. El tapeo en la zona del Laurel; las visitas guiadas que se ofrecen con actores (foto arriba) para explicar la historia de Logroño de forma amena y divertida. Paseando por sus calles voy descubriendo la iglesia de Santa María de Palacio, la iglesia de Santiago el Real, el ayuntamiento, el museo de La Rioja, la iglesia de San Bartolomé y la plaza del Mercado con la concatedral de Santa María la Redonda. En la plaza se une al Camino Francés el Camino del Ebro, que aparece en el mapa del Camino de Santiago del CNIG entrando por el sureste cerca del aeropuerto.



Logroño es generosa en alojamientos de todas las categorías. Por lo que respecta a albergues cuenta con el Municipal en RuaVieja, la Casa Parroquial de Santiago, el Albergue Juvenil y el privado Puerta del Revellín.



Llevo una semana caminando y me considero afortunado pues mis pies, aunque lo notan, no me están dando problemas. A lo largo del Camino, empiezo a ver pies con unas ampollas que dan miedo. Os doy un par de consejos relacionados con el cansancio y las ampollas –sin duda, la principal amenaza para quien cubre a pie la ruta Jacobea-. Por un lado respecto al cansancio y que la espalda se cargue por el peso de la mochila y los kilómetros, os recomiendo hacer estiramientos y caminar como “metiendo tripa” (lo que hace que el tronco se ponga recto). Lo de los estiramientos no hay que llevarlo al extremo (me acuerdo ahora de mi amigo coreano junto al puente de Zubiri) ni es preciso parar para hacerlo, basta simplemente con ir haciendo rotaciones de tobillos, brazos, rodillas, cadera, a medida que andamos y colgarnos para estirar el cuerpo por ejemplo de una rama. Al finalizar la etapa si es bueno hacer estiramientos con calma.
Y lo de las ampollas no existe una solución mágica sino intentar adelantarse y remediarlo. Hay dos cosas básicas en este sentido, llevar calcetines técnicos, bien ajustados al pie para evitar la fricción que origina las ampollas, y que los calcetines estén limpios (lavarlos a diario y mientras se secan caminando colgados en la mochila. Necesitaremos eso sí al menos tres pares.). El tercer consejo, por obvio, lo he pasado por alto: no estrenar calzado en la ruta.
Yo le he hecho y de momento la verdad es que me va muy bien.


Como comenté hace unos meses cuando ponía en marcha el blog, en mi ruta no hay prisas, ni cronómetros, así que pensando en el Camino Verde (me interesa especialmente la naturaleza que rodea al Camino y su entorno), voy a hacer un alto en el Camino para quedarme unos días en La Rioja y adentrarme en los numerosos espacios protegidos que se encuentran al sur de Logroño: el cañón del Leza, los conglomerados de Matute, Las sierras de Cameros (el Viejo y el Nuevo), etc. En cuanto termine me pondré de nuevo en ruta para completar mi Camino hacia Santiago. Ultreia.

martes, 20 de julio de 2010

6ª Etapa. Estella/Lizarra – Los Arcos



Ni con vino se remedia el calor
22,1 km.


La sexta etapa es bonita, como todas hasta ahora. Variada en el paisaje y con bellas poblaciones a su paso. La etapa de hoy me ha deparado sol, mucho calor en un mes de julio muy caluroso, pero también la nota simpática de un trago de vino celestial.
Como siempre que se hace el Camino de Santiago en verano recomiendo madrugar. El calor va haciendo mella.

Salgo temprano de Estella por la rúa del camino de Logroño y cuando me quiero dar cuenta estoy andando por las calles de Ayegui. Si no fuera por el cartel que anuncia la entrada en la población, juraría que todavía iría caminando por Estella, pues las casas de esta última se continúan con las de la primera.
La primera parada interesante la encontramos en Irache, junto al monasterio que emerge poderoso sobre el paisaje. Anexo al monasterio y su bella fachada (foto), se encuentra la fuente más famosa del Camino ¿por qué? Porque no mana agua sino vino (mira, me ha quedado incluso en verso…). Las bodegas de Irache tienen la gentileza de ayudar al peregrino en su duro caminar con un trago de vino. Para ello han dispuesto en la ruta una fuente con dos grifos en forma de vieira en la que echar un trago. Y digo bien un trago porque la fuente tiene dosificador (y webcam), que si no imagino que alguno concluiría aquí su peregrinar…



Pasado el monasterio se encuentra la población de Irache. Antes de entrar es posible unirse a la variante que viene Villatuerta (ver etapa 5ª) y rodear el pueblo por la izquierda. Yo prefiero seguir por la variante que lo rodea por la derecha y que, aunque transcurre paralela a la nacional, me lleva a Azqueta y Villamayor de Monjardín, una preciosa localidad a los pies de un cerro piramidal (894 m.) coronado por el castillo. Antes, en la salida de Irache (pasado el hotel Irache) me llama la atención un cartel que indica Museo y centro de Interpretación de la Trufa (Metauten, a 7 km.). Las piernas no están para meter 14 kilómetros más a la ruta, pero ahí lo dejo y espero en una próxima ocasión quitarme la curiosidad.



Villamayor (fuente de los Moros a la entrada del pueblo, ermita de San Esteban, iglesia de San Andrés) ofrece también la posibilidad de rodear la Peña Anclía por su derecha pasando por la ermita del Calvario –más tranquilo y natural-, o bien bajar hacia la nacional y hacerlo cerca de Urbiola en un camino que se une un poco más adelante al que viene de Irache y Luquín desde Villatuerta. Uno y otro llevan hasta la bonita población de Los Arcos con sus palacios barrocos, la casa de la villa, el consistorio, el puente sobre el Odrón y el bello conjunto formado por la plaza porticada de Santa María, la iglesia de Santa María y el portal del Castilla (foto). Vale mucho la pena entrar en el templo de Santa María, no sólo porque es el lugar de sellado, sino sobretodo por la belleza interior de la iglesia. Quizá el interior que más me ha sorprendido hasta ahora.
A la salida de la iglesia las sombrillas de una terraza, donde ya algunos peregrinos han pensado lo mismo que yo, mis pies se encaminan sin remedio hasta la primera mesa libre. Me he ganado un descanso y algo fresquito… Enfrente hay un pequeño supermercado y a la vuelta de la esquina está la agradable pensión Mavi. Toca descansar.



Los Arcos tiene también albergue municipal Isaac Jacoben la antigua escuela y tres privados: albergue La Fuente-Casa Austria , albergue Romero y albergue Casa Alberdi, el hotel rural Suestxe y los hoteles Mónaco y Ezequiel. También hay camping.

lunes, 19 de julio de 2010

5ª Etapa. Puente la Reina/Gares – Estella/Lizarra



Unión de Caminos
23 km.



Y del trigo al viñedo. Ya en Puente la Reina, en la etapa de ayer, comienzan a hacer su aparición las viñas. Serán fiel compañero en buena parte del trazado de la quinta etapa. En esta tierra hay buen vino, preludio de que me acerco a La Rioja, aunque todavía faltan un par de jornadas. Lo más destacable de esta etapa es que se pasa por buenos pueblos, de considerable tamaño, en los que aprovisionarse de comida y bebida. No es preciso pues ir excesivamente cargado. No obstante hace bastante calor, así que no olvidar de entrada llenar la cantimplora.

Cruzo el río Arga por el fabuloso puente románico de Puente la Reina y me dirijo hacia Mañeru y su cruceiro –hoy envuelto por el cinturón de carreteras que forman la autovía y la nacional- en la entrada de la localidad. El día acaba de empezar y paso casi sin detenerme por este bonito pueblo navarro en el que destaca su iglesia de San Pedro y algunos palacios para llegar a Cirauqui. Cirauqui está en un pequeño alto y el Camino ofrece al peregrino a la salida del pueblo los primeros pasos de transitar por una calzada romana. Algún tramo está bien conservado; y para terminarla de ambientar se ha plantado una hilera de cipreses en un costado (foto). La calzada baja hasta el puente de un solo arco (bastante destruido) pero que todavía ofrece una idea de lo que fue si observamos su parte derecha. Pero antes de llegar a la calzada, en el centro del pueblo pasaremos junto a la iglesia fortaleza de San Román y el arte barroco de la fachada del ayuntamiento y la iglesia de Santa Catalina. Se cruza la autovía varias veces en busca de la localidad de Lorca, con su puente medieval de dos arcos y, ya en el pueblo, la iglesia del Salvador.



La siguiente cita jacobea la tengo en Villatuerta. Es una población mediana y tiene de todo un poco: iglesia gótica de la Asunción, puente románico (a la entrada) y resto de lo que fue un monasterio llevado a Leire (a la salida). De él hoy sólo queda la ermita de San Miguel. En el centro del pueblo se encuentran dos desvíos del Camino. Uno evita Estella y va directamente a Irache por Noveleta y el otro, por el que me encamino, sigue hasta la cercana Estella pasando junto a la mencionada ermita de San Miguel. A menos que se vaya con demasiada prisa sería un pecado no pasar por Estella, localidad hermanada con Sain-Jean-Pied-de-Port. Aunque se tenga mucha prisa, también lo sería.



Entro a Estella/Lizarra dejando a la izquierda la iglesia del Santo Sepulcro hasta su estilizado puente de la Cárcel (foto), que me adentra en una ciudad medieval bucólica. Desde el puente, arriba a la izquierda se observa el convento de Santo Domingo y la iglesia de Santa María Jus del Castillo. Una delicia pasear por la Rua Curtidores (foto) hasta la plaza de San Martín, donde se aglutinan un buen número de monumentos por metro cuadrado: la fuente de los Chorros, el antiguo ayuntamiento y la iglesia de San Pedro de la Rua. Al final, el portal de Castilla.
La rúa que antaño frecuentaban los curtidores por ser paralela al río Ega es hoy la que mejor representa la imagen medieval de la localidad. En apenas trescientos metros se pasa junto al palacio del Gobernador (actual Museo de la historia del Carlismo) y el Palacio de los S. Cristóbal (casa de la Cultura Fray Diego). Antes, entro en el albergue municipal, casi esquina con el puente, y me llama la atención el sosegado ambiente de música gregoriana, velas y tranquilidad… Algunos peregrinos aprovechan para leer y relajarse incluso en la recepción del establecimiento.



Y caminando por la rúa me cruzo con muchos peregrinos pero me detengo a conversar con uno muy peculiar (foto). Con túnica, crucifijo, bastón y mochila, es ítalo-suizo y resulta que lleva tres años caminando por Europa tras los centros de peregrinación más importantes (Roma, Lourdes, Santiago…). Charlé con él apenas tres minutos, pero el tipo radiaba paz y rebosaba felicidad por todos lados.
Otros albergues en Estella son el Albergue Parroquial de San Miguel y el Albergue de la Asociación ANFAS. Y claro, con tanto ambiente celestial es hora de retirarme a descansar, que falta va haciendo.

domingo, 18 de julio de 2010

4ª Etapa. Cizur Menor/Zizur Txiquia – Puente la Reina/Gares



Del verde al amarillo
19,2 km.


La cuarta etapa no es muy larga. La primera que no llega a la veintena de kilómetros. Tampoco difícil ni excesivamente dura. Tenemos, eso sí, que subir el puerto del Perdón. Desde Cizur Menor/Zizur Txiquia el desnivel es algo más de 200 metros de rampas no muy tendidas, pero el problema de la jornada puede ser si salimos tarde y acometemos la sierra en las horas centrales del día. Está haciendo bastante calor, así que decidí madrugar y no encontrarme con ese evitable problema.



Definitivamente en la época en la que nos encontramos en esta etapa se deja atrás el verde y se pasa al amarillo. El Camino deja atrás Cizur Menor (iglesia de San Miguel) por su frontón y una vez superadas las rotondas y urbanizaciones, nos metemos de lleno en los dorados trigales. La silueta de la sierra de Erreniega (sierra del Perdón), deja claro el rumbo a seguir. Se aprecian también la hilera de molinos aerogeneradores plantados en las cumbres, junto a los que pasaré dentro de un rato. La subida no se hace esperar y comienza nada más echar a andar, si bien es más acusada a partir de Zariquiegui, desde donde se afrontan los dos últimos kilómetros hasta el alto del Perdón. No busquéis sombra en la subida (ni en la bajada) porque no la vais a encontrar. Si acaso, buena cobertura de matorral.



El mismo desnivel que se salva durante la subida desde Cizur Menor se baja ahora hasta entrar en Uterga. La bajada es en este puerto más dura que la subida. Es un descenso más pronunciado (foto) y por sendero de cantos (por cierto mucho ojo si lo hacéis en bici). En el alto reciben al peregrino un curioso monumento -cedido por la empresa responsable de la planta aerogeneradora– con una retahíla de peregrinos a la vieja usanza, un cartel en piedra, y un cartel indicador de madera que indica el punto por el que acometer la pronunciada bajada. Es fácil encontrar a alguna de las 12 figuras del monumento vestidas con alguna prenda de los muchos peregrinos que mantienen la tradición de vestirlos de forma contemporánea. Si hace calor, como es el caso, también nos recibirá en el alto un vendedor de aguas y refrescos fresquitos –la verdad (y sin que me oiga) muy baratito para no haber un bar en varios kilómetros a la redonda y estar estratégicamente situado justo al final de la subida, pero la proliferación de ayudas al peregrino que me estoy topando es tal que merecen un post aparte cuando llegue a Santiago. Les dedicaré, como se merecen, un post a los amigos y personajes con los que me estoy encontrando –cada uno de ellos da para un libro…-, y las ayudas de todo tipo con las que el peregrino se irá topando.



En Uterga (iglesia gótica de la Asunción) encontramos el albergue Camino del Perdón y un albergue público, pero es demasiado pronto para finalizar la etapa. Sus bares si nos pueden venir muy bien para refrescarnos. La parte más bonita de la etapa está al final. En Muruzábal (iglesia de San Esteban y palacio de Zabalegui) encontramos un desvío a la ermita de Eunate. Es un ligero desvío por terreno sin desnivel y en cambio una de las sorpresas más agradables de la ruta Jacobea. La iglesia de Eunate (foto) es un templo románico de planta octogonal y preciosa arcada. Original y diferente en la ruta. Si hacéis este desvío a Eunate llegaréis a Óbanos y Puente la Reina desde la iglesia siguiendo los últimos metros del Camino Aragonés, que entra en España a través del puerto de Somport.



Óbanos es para muchos el verdadero punto donde se unen el Camino Aragonés y el Camino Francés. El monumento que indica el lugar de unión de ambos Caminos lo encontramos si embargo a la entrada de Puente la Reina/Gares (foto).



Puente la Reina (iglesia del Crucifijo, iglesia de Santiago, iglesia de San Pedro, puente románico y convento de las Comendadoras del Sancti Spiritus, por orden de paso a medida que el peregrino se va encontrando los monumentos) es una localidad encantadora. Repleta de hoteles y servicios al peregrino, con calles adoquinadas por las que da gusto pasear y por supuesto el magno puente sobre el Arga mandado construir por la reina doña Mayor, que da nombre a la localidad.
Puente la Reina posee tres albergues (PP. Reparadores –frente a la iglesia del Crucifijo-, Jakue-muy buenos las tortillas de diferentes sabores y los masajes en los pies-, y Santiago Apóstol) y uno de los mejores finales de etapa.

sábado, 17 de julio de 2010

3ª Etapa. Larrasoaña / Cizur Menor



Del Pirineo al asfalto
22,4 km.


El Pirineo es ya recuerdo. Sus montañas, bosques, prados y valles quedaron atrás en la etapa de ayer. La nota de añoranza la pone el río Arga, paralelo al cual transcurre esta etapa. Sus bosques de ribera y alguna mancha de robles, pinos y boj recuerdan el verdor de etapas pasadas. Hoy se entra en una Pamplona que acaba de despertar de San Fermín. Pero antes de llegar a la capital Navarra disfrutamos del recorrido por el valle de Esteribar y el curso del Arga, flanqueado por agradables laderas de media montaña.



Larrasoaña es un pueblo simpático de bonitas casonas que dejo atrás pronto en la mañana despidiéndome de su puente medieval, el principal atractivo jacobeo de la localidad. Enseguida se llega a Akerreta y después a Zuriain (puente románico) con la iglesia presidiendo el esbelto perfil del pueblo sobre la loma en la que se asienta, Antoxoritz e Irotz (puente románico) antes de llegar a Zabaldika. Una breve pero pronunciada cuesta conduce en Zabaldika a la iglesia románica-gótica de San Esteban y hacia allí encamino mis pasos. La iglesia por fuera no es muy llamativa, adosada a un centro de Carmelitas. El mayor encanto reside en el interior. Aunque lo más célebre es el retablo manierista, a mí me llama la atención el Cristo con el que me topo nada más entrar en el templo. Está lleno de papelitos verdes y amarillos. Efectivamente se trata de post-it en los que los peregrinos y visitantes dejan escrito sus deseos. Como es lógico los hay en castellano, catalán, vasco, inglés, francés, y ¿coreano? Igual que me pasa con la similitud de sus rostros, de momento no diferencio la escritura japonesa de la china o coreana. ¿Serán mis amigos coreanos los artífices? No, lleva fecha de junio. Dejo mis deseos pegados en la pared y prosigo camino hacia el cercano parque fluvial. Es, digamos, un área de descanso.



La ruta transcurre paralela a la carretera pero la evita cuando puede adentrándose en el bosque de ribera, resistiéndose a visionar las circunvalaciones, urbanizaciones y ciudades que son la tónica a partir de ahora hasta salir de Pamplona. A la altura de Arleta destaca un bonito crucero (foto) y el palacio fortaleza de Ollaki (a pesar de alguna pintada. Foto), pero sin duda el lugar más carismático del recorrido es el conjunto de puente (sobre el río Ulzama) y el antiguo convento-hospital en Trinidad de Arre.
Villava (iglesia de San Andrés, palacios y batán) y Burlada con su puente viejo son ya casi una continuación urbana de Pamplona/Iruña a cuyo centro histórico entro salvando el puente de la Magdalena. En el puente se queda también mi caminar junto al Arga.



Pamplona siempre es una delicia. Su ambiente, sus gentes, su gastronomía… y por su puesto sus monumentos vinculados a la ruta Jacobea (catedral neoclásica, portal de Francia, la plaza del castillo y sus soportales, la iglesia-fortaleza de San Nicolás, monumento a los Fueros, capilla de san Fermín, y qué decir de su bella ciudadela a la que se accede a través del verde pulmón del parque de La Taconera). Pamplona es final de etapa en muchas guías, pero mi mapa me lleva con acierto a través del puente medieval a Cizur Menor, a las afueras de la urbe. En Cizur Menor, población satélite de la capital pamplonica (y como en Cizur Mayor) proliferan las zonas residenciales. Vinculado a la ruta el pueblo conserva su iglesia parroquial y particularmente la iglesia de San Miguel. Posee dos albergues, el de la Orden de Malta (5 €) y el privado de Maribel Roncal (8 €).



Al fondo se observan ya las siluetas montañosas de la Sierra de Erreniega, más conocida como la sierra del Perdón, pero eso queda ya para la etapa de mañana… cuando renueve fuerzas.

Por cierto que España debe haber ganado el mundial de fútbol o algo... porque la procesión de peregrinos con banderas, bufandas, camisetas, etc. es increíble.

jueves, 15 de julio de 2010

2ª Etapa. Roncesvalles – Larrasoaña



Bosques y valles Pirenaicos
27,1 km.


Una de las etapas más bellas. Es cierto que tiene un par de puertos, pero nada tienen que ver con las duras rampas de la primera etapa. De hecho, he decidido finalizar la etapa en Larrasoaña en lugar de la previsión inicial de hacerlo en Zubiri. Ya comentaba que se trataba de una planificación de etapas inicial antes de la partida, orientativa, pero que después iría ajustando sobre la marcha si la ocasión lo permite. Finalizando en Larrasoaña sigo además la clasificación de etapas del mapa del Camino de Santiago del CNIG, que de hecho es mi herramienta de orientación. Cierto es que cuando uno llega a Zubiri dan ganas de tumbarse junto al río Arga y no levantarse hasta el día siguiente pero la verdad es que he preferido hacer cinco kilómetros más hasta Larrasoaña y poder avanzar ahora que las piernas está frescas. Zubiri es también un frecuente final de etapa y cuenta con diversos alojamientos (la Hostería de Zubiri, hostal Gau-Txori y varias pensiones) y dos albergues, el municipal en las antiguas escuelas, y junto al puente otro privado (albergue Zaldiko).

Como os digo es una etapa muy bonita que transcurre por el valle de Erro y los primeros pasos del Camino por el valle del Arga. De entrada la ruta transcurre por apacibles pastos navarros entre Roncesvalles y Espinal. Un perfil suave de inicio entre hierba, ovejas, vacas y hayedos. La primera foto muestra el inicio de la etapa en Roncesvalles, muy cerca de la cruz medieval, y transcurre paralelo a la carretera. Por cierto que me ha sorprendido la cantidad de ciclistas con los que me voy cruzando (bueno, mejor dicho me van adelantando).



Aurita/Burguete (foto) y Espinal son dos buenos ejemplos de arquitectura tradicional, con casonas solariegas. Ambos en la ruta turística Hemingway. Sí el mismo que puso en el mapa a Pamplona para los americanos gracias a sus crónicas de San Fermines, que dicho sea de paso también se dejan notar en estos días en la zona. Destacan la iglesia de San Nicolás en Burguete y la de San Bartolomé en Aurizberri/Espinal, donde llaman más la atención sus estelas funerarias clavadas en el suelo nada más entrar al pueblo, a la izquierda, con sus curiosos dibujos decorativos. Enfrente el hostal Haizea es un buen lugar para tomar algo antes de subir al alto de Meikiritz. No os asustéis, antes de que os queráis dar cuenta estaréis junto a la estela-lápida que recibe al peregrino en el alto y donde, como manda la tradición (y reza en la propia estela), hay que detenerse para rezar una salve a Nuestra Señora de Roncesvalles. Cumplida la tradición me adentro de nuevo entre las hayas que conforman el magnífico bosque por el que se inicia el largo y progresivo descenso hacia Lintzoain.



Afronto ahora la segunda subida del día hasta el Puerto de Erro. Es una subida sencilla. Antes de coronar pasamos junto al lugar denominado Pasos de Roldán, donde podemos medir sus enormes zancadas. Dejamos atrás unas antenas (buenas vistas panorámicas circulares) y la pista comienza el descenso hacia Zubiri cruzando en primer término la carretera y después adentrándose de nuevo en un frondoso bosque. Lo que si cambia son las especies forestales, pues las hayas dan paso a robles y pinos. El descenso es breve pero acusado, así que al toparme de pronto con el precioso puente medieval de la Rabia las piernas agradecen una parada. El lugar es hermoso, a orillas del río Arga. El efecto debe tener imán pues allí nos juntamos casi todos los peregrinos de la jornada. Los que van… y los que vienen, pues parece que se está poniendo de moda lo de hacer el Camino al revés y comenzar en Santiago. Allí conozco a Luis, un portugués de Braga, que comenzó en su ciudad (al norte de Portugal) y llegó a Santiago por el Camino Portugués para dirigirse a continuación por el Camino Francés en sentido inverso hasta su meta: Mont Saint Michel. 2.300 kilómetros y 3 meses de caminata. ¡Ahí es nada, buen Camino Luis!



En la orilla del río, junto al puente de la Rabia, no son sólo mis pies los que se refrescan en el agua. Allí están cinco peregrinos “japoneses”. Bueno japoneses hasta que uno les pregunta y en realidad me entero que son coreanos. Suele pasar. Los tipos no paran de reírse y disfrutar del baño. Mientras dos de ellos tiran al agua a un tercero, el cuarto (y yo) observamos atónitos al quinto coreano en cuestión cómo se pone a hacer flexiones como un loco. Con el calor que hace y la paliza que lleva encima…



Con las fuerzas renovadas por el agua fría una hora más tarde entro en Larrasoaña.
Se puede dormir en el albergue municipal (6 €) o en alguna de las pensiones de Larrasoaña (El Peregrino, Bidea y El Camino). Ultreia.

miércoles, 14 de julio de 2010


Y para abrir boca… ¡la etapa más dura!
1ªetapa. Saint-Jean-Pied-de-Port – Roncesvalles
24,9 km.

El día ha amanecido de hayedo, es decir, envuelto en una niebla curiosa y con un ambiente más fresco que en días anteriores. Una maravilla cuando de lo que se trata es de acometer un desnivel importante (1.200 metros positivos) y de transitar por frondosos hayedos, que con las ramas cubiertas de hojas sumen en la casi total oscuridad el interior del bosque. Un ambiente mágico sin duda. Y agradable.

Comienzo tras el día después futbolístico; no todos los días se empieza una ruta como campeones del mundo. Y eso se respira y de qué manera también en un recorrido como el Camino de Santiago. En uno de los últimos post comentaba sobre los rasgos comunes en la indumentaria tradicional de los peregrinos; a saber: sombrero, mochila, bastones,… con lo que no contaba en ese momento es con la bandera de España. Cuesta encontrar alguien que no lleve nada alusivo a La Roja (una bufanda atada a la mochila, una pequeña bandera, la camiseta de la selección nacional o incluso hacer la etapa (no se cuantas aguantará así) envuelto en una enorme bandera nacional. Por cierto abundan las del toro.



Ya estoy en marcha y para qué engañarnos ha sido una etapa dura, pero tan dura como bonita. 100% Pirenaica. Una buena muestra del relieve característico de ambas vertientes de la cordillera con mayor verticalidad en la parte francesa, la que nos toca subir.
Vale la pena madrugar, no sólo para evitar las horas centrales del día en plena subida, sino por dar un pequeño paseo por las adoquinadas calles intramuros de la localidad francesa en la que se inicia el Camino. En Saint-Jean-Pied-de-Port se unen la mayoría de vías europeas a Santiago para continuar en una sola por el llamado Camino Francés hasta la plaza del Obradoiro.
En este puñado de apretadas calles en torno al río y la Rue de la Ciutadelle abundan las tiendas en las que aprovisionarse de todo (ojo con no cargar mucho ante la etapa que se avecina), los restaurantes y las cafeterías en las que desayunar por qué no un buen croissant antes de iniciar las rampas del puerto a cuyo pie se encuentra. Yo lo hice en la terraza del Café de Navarre.
Justo frente a la iglesia hay una farmacia (por aquello de tratamientos preventivos para las ampollas, etc.) … y una fuente donde llenar bien las cantimploras para la subida.

Esta población medieval, de bonitas casas en rojo y blanco (foto desde el puente en la iglesia), se localiza en realidad al pie de muchos puertos de montaña pero sobretodo del de Ibañeta, por donde pasa la variante del recorrido que va junto al asfalto. Hay mucho tráfico así que lo mejor –también lo más duro- es comenzar a subir en dirección al collado Bentantea y collado Lepoeder. La variante que sube por carretera por Valcarlos es la opción más recomendada en cambio con nieve.

Saint-Jean-Pied-de-Port cuenta con seis albergues para el peregrino, uno municipal (refuge Communale) en la mencionada rue –posee credenciales 2 €- y cinco privados –dos también en la misma rue de la Ciutadelle (L’Esprit du Chemin, refuge Sur le Chemin-Au chant du coque), otro en la rue du Trinquet (refuge Esponda), un quinto en la route de Bayone (Mme. Etchegoin) y el otro (Le Chemin vers l’Etolie) en la Rue de Espagne (en la foto). Por lo demás posee mucha infraestructura hotelera para todos los bolsillos y gîtes (casas de turismo rural).
Para llegar hasta aquí funciona muy bien el servicio de taxi monovolumen desde Roncesvalles (tfno: 670 61 61 90), Espinal, Valcarlos y Mezkiritz.



Empieza el Camino
Abandono la ciudad por lo que queda de la Porte d’Espagne en dirección st. Michel y Chemin de Saint Jaques. Existen tres alternativas para pasar a España: por St. Michel con menos asfalto, la que sube por Honto (hay una gîte d’etape) –ambas se unen en Vierge de Baikoki- y la de la N-135 por Valcarlos. La segunda es mi opción elegida siguiendo las balizas rojas y blancas del GR-65.
Durante la subida las sombras de las hayas y la niebla anclada en la vertiente septentrional de la cordillera ayudan notablemente en el esfuerzo. En el collado de Bentartea (refugio, humilladero y cruz) la ruta cruza la frontera y entra en territorio español pero las bajadas no aparecen hasta superar el siguiente collado Lepoeder. Impresionantes las vistas hacia ambas vertientes pirenaicas.



A partir de aquí la senda desciende hasta el collado de Ibañeta por el sendero de Gran Recorrido (ahora GR-11) pasando junto al monumento a Roldán. En lo alto del puerto de Ibañeta está la ermita del Salvador y un pequeño centro (chalet) dedicado a la observación de aves (Gurelur). Sólo resta bajar los últimos metros para entrar en uno de los lugares que mejor representan la esencia Jacobea: Roncesvalles (colegiata, museo, iglesia de Santiago, silo de Carlomagno, cruz de los Peregrinos). La visita guiada a Roncesvalles son casi 5 euros, la entrada al claustro y capilla con la tumba del rey Sancho el Grande, poco más de un euro.
Nada de supermercados ni tiendas, sólo algún restaurante donde comer y beber algo. Bajo uno de los arcos de entrada a la Colegiata se encuentra la oficina del peregrino (donde entregan la documentación necesaria, registro y la credencial del Peregrino para aquellos que realizan la ruta por devoción, voto o piedad. Al llegar a Santiago y tras acreditar su paso por las diferentes poblaciones de la ruta mediante la estampación del sello correspondiente, recibirán la Compostela como acreditación de haber hecho la ruta por motivos religiosos. Si los motivos no son religiosos existe otra documentación (certificación del peregrino). No es precisa toda la ruta. Basta demostrar los últimos 100 kilómetros a pie o a caballo o bien 200 en bicicleta.



En Roncesvalles se encuentra el albergue Itzandegia (antiguo hospital de peregrinos anexo a la Colegiata), el hotel Roncesvalles con restaurante, el hostal-restaurante la Sabina–a la salida de la localidad hacia Valcarlos- y los apartamentos Casa de Beneficiados.



Ha sido una etapa dura por el desnivel (suerte que es la primera y estoy fresco) y porque el cuerpo necesita también su engranaje que irá llegando en días posteriores, pero ya estoy metido en faena. Gran ambiente de montaña y magníficos bosques de haya. Ultreia.


miércoles, 7 de julio de 2010

¡¡ A por el Jubileo !!

Por fin llegó el momento. El esperado y ansiado momento de la partida. A lo largo de estos meses anteriores os he ido contando mi planificación, las etapas, mi equipaje… incluso también anécdotas, datos curiosos sobre el Camino de Santiago, etc. pero ahora llega el momento de la verdad.
Aunque como sabéis no es la primera ocasión en la que realizo el Camino, es inevitable un cierto nerviosismo cada vez que se emprende una nueva aventura. Y ésta sin duda lo es. Con mente y pies preparados, los nervios suelen desaparecer en el pistoletazo de salida.

El domingo salgo hacia Roncesvalles y Saint-Jean-Pied-de-Port para iniciar la singladura Jacobea que me llevará (esperemos…) a la catedral de Santiago de Compostela. En los próximos días os iré contando siempre que pueda conectarme (remedios llevo para ello) cada etapa; las vivencias, anécdotas y esa información práctica de alojamientos, restaurantes, consejos “a pie de campo”, etc. a la que me refería en el post del 14 de abril, cuando comenzaba a forjar la idea y su planificación. Y de paso a redimir algunos pecados (pocos) y a consumar algunas promesas (muchas). Entretanto conoceré otros peregrinos, haré amigos (dicen que los que se hacen en la ruta son para toda la vida) y sobretodo repetiré el saludo que más suena en esos casi 800 kilómetros de la vía francesa a Santiago: ¡Buen Camino!, una frase que añoraba repetir.

viernes, 2 de julio de 2010

Variedad no le falta

Una de las cosas que más caracterizan al Camino de Santiago es su variedad y su pluri o multiculturalidad. La variedad de paisajes, monumentos, artes, gastronomía, etc. de los lugares que atraviesa. Y también la diversidad de personas. Si uno se sienta un rato a ver pasar peregrinos notará enseguida lo diferentes que son unos de otros. Más allá de su motivación para la peregrinación, que como ya os conté hace unas semanas es de lo más variopinta, me refiero a las personas en sí. Diferentes razas, culturas y colores de piel. Quizá sólo tengan en común la mochila, unos pies maltrechos y el deseo de obtener la Compostela.

Algo parecido es lo que ha hecho el periódico La Voz de Galicia aposentando a uno de sus corresponsales en O Cebreiro, la puerta de entrada a tierras gallegas, para comprobar cómo de diferentes son (dentro de poco: somos). El corresponsal hace su “selección” del día y la comparte con los lectores de su diario. En estas últimas semanas ha desfilado por aquí personas y personalidades de toda condición y linaje. Desde Miguel Indurain hasta una señora de no recuerdo exactamente donde procedía (Italia, creo) que venía a resarcir sus penas en compañía de “sherpa”, un burro que había adquirido para que le acompañara en su periplo hasta Santiago; o un ciclista holandés que viene pedaleando desde su país como promesa póstuma a su mejor amigo. Vuelve a mi memoria el belga que venía a pie desde Bélgica descalzo y con una túnica blanca como único equipaje, con el que me topé en mi primer Camino. Creo que eso es lo bonito del Camino, la variedad de gentes. Mucha gente, toda diferente y una sola meta.