lunes, 25 de enero de 2016

5º día. Kanha, encuentro con los dholes

Dholes, perros salvajes indios, cazando un pequeño chital

Todavía de noche, me dirijo a la puerta de entrada al parque nacional de Kanha para realizar los trámites pertinentes y recoger al ranger del parque que nos acompañará en el safari de hoy, un safari de día completo por el norte de este fabuloso parque nacional indio.
Con las primeras luces la niebla comienza a hacerse jirones dejando entrever las primeras siluetas en las zonas más abiertas. Los perfiles corresponden sobre todo a chitales, que pacen alerta en la hora bruja del tigre. El ambiente nebuloso es fantástico. Complicado de describir. Envuelto en el hilo musical de la frenética actividad  sonora  de la selva en estos momentos del día, pájaros y langures rompen el silencio. Avanzamos por la pista principal con la esperanza de toparnos a la salida de alguna curva con la presencia del señor de Kanha, el tigre de Bengala, que a esas horas del día, gustan de caminar por los caminos y pistas para retirarse a descansar. Detenemos el vehículo junto a unos chitales, una madre con un par de crías. La más pequeña se dispone a cruzar  la pista cuando de repente, de la nada, aparecen dos perros salvajes indios (dholes) para cazarla en pleno salto. Toda la escena se desarrolla en una milésima de segundo. Por suerte en ese momento estaba con la atención puesta en la pequeña y pude inmortalizar el momento. A pesar de la rapidez de vértigo del coordinado ataque de los dholes y la poca luz reinante, pude plasmar la caza sin que la imagen se moviera demasiado… La vida y la muerte en un segundo, el ciclo de la vida. El guía y el ranger, que estaban tan sorprendidos como yo, no daban crédito a la experiencia vivida, pues a pesar de llevar varios años entrando cada día en el parque, contaban con los dedos de una mano las veces que habían visto perros salvajes en Kanha (el vecino parque de Pench es mejor para observar dholes, dentro de la complejidad que siempre conlleva este escaso y esquivo animal)  pero confesaron era la primera vez que los veían cazando. Después de muchos safaris en India, aquel momento  era de lo mejor que he vivido, y por supuesto quedará en mi memoria para siempre.

Barasingha macho

El resto del día lo pasamos tratando de encontrar sin éxito al tigre. Una vez escuchamos la señal de Alarm call y probablemente si hubiéramos llegado un par de minutos antes a la zona donde un sambar mostraba un comportamiento inequívoco de la presencia del felino, hubiéramos podido encontrarlo, pero no fuimos capaces de dar con él. Daba igual, la jornada estuvo marcada por el afortunadísimo encuentro de primera hora de la mañana con los perros salvajes y casi no tenía otra cosa en la mente.
Barasinghas


Salimos a terrenos abiertos, donde se encuentran algunas lagunas. Allí pudimos disfrutar de la presencia de otro de los grandes avistamientos de Kanha, la de los ciervos de los pantanos o Barasinghas. Sólo en este parque se puede observar este gran cérvido, que mantiene una población de unos 500 individuos. Las aves no dejaron de verse durante toda la jornada, especialmente un Martín pescador de garganta blanca y una carraca india, que se exhibieron con gusto ante nuestros ojos.
Carraca india


Pasamos el día pues entre variados paisajes y la compañía siempre fiel de langures, chitales, sambares, barasinghas… pero aquella noche, junto a la hoguera del lodge, sólo se hablaba de una cosa: del afortunado encuentro con los perros salvajes indios. Bueno, de dos cosas, de los dholes y de si al día siguiente, mi última mañana en Kanha, encontraríamos o no al tigre…