sábado, 17 de julio de 2010

3ª Etapa. Larrasoaña / Cizur Menor



Del Pirineo al asfalto
22,4 km.


El Pirineo es ya recuerdo. Sus montañas, bosques, prados y valles quedaron atrás en la etapa de ayer. La nota de añoranza la pone el río Arga, paralelo al cual transcurre esta etapa. Sus bosques de ribera y alguna mancha de robles, pinos y boj recuerdan el verdor de etapas pasadas. Hoy se entra en una Pamplona que acaba de despertar de San Fermín. Pero antes de llegar a la capital Navarra disfrutamos del recorrido por el valle de Esteribar y el curso del Arga, flanqueado por agradables laderas de media montaña.



Larrasoaña es un pueblo simpático de bonitas casonas que dejo atrás pronto en la mañana despidiéndome de su puente medieval, el principal atractivo jacobeo de la localidad. Enseguida se llega a Akerreta y después a Zuriain (puente románico) con la iglesia presidiendo el esbelto perfil del pueblo sobre la loma en la que se asienta, Antoxoritz e Irotz (puente románico) antes de llegar a Zabaldika. Una breve pero pronunciada cuesta conduce en Zabaldika a la iglesia románica-gótica de San Esteban y hacia allí encamino mis pasos. La iglesia por fuera no es muy llamativa, adosada a un centro de Carmelitas. El mayor encanto reside en el interior. Aunque lo más célebre es el retablo manierista, a mí me llama la atención el Cristo con el que me topo nada más entrar en el templo. Está lleno de papelitos verdes y amarillos. Efectivamente se trata de post-it en los que los peregrinos y visitantes dejan escrito sus deseos. Como es lógico los hay en castellano, catalán, vasco, inglés, francés, y ¿coreano? Igual que me pasa con la similitud de sus rostros, de momento no diferencio la escritura japonesa de la china o coreana. ¿Serán mis amigos coreanos los artífices? No, lleva fecha de junio. Dejo mis deseos pegados en la pared y prosigo camino hacia el cercano parque fluvial. Es, digamos, un área de descanso.



La ruta transcurre paralela a la carretera pero la evita cuando puede adentrándose en el bosque de ribera, resistiéndose a visionar las circunvalaciones, urbanizaciones y ciudades que son la tónica a partir de ahora hasta salir de Pamplona. A la altura de Arleta destaca un bonito crucero (foto) y el palacio fortaleza de Ollaki (a pesar de alguna pintada. Foto), pero sin duda el lugar más carismático del recorrido es el conjunto de puente (sobre el río Ulzama) y el antiguo convento-hospital en Trinidad de Arre.
Villava (iglesia de San Andrés, palacios y batán) y Burlada con su puente viejo son ya casi una continuación urbana de Pamplona/Iruña a cuyo centro histórico entro salvando el puente de la Magdalena. En el puente se queda también mi caminar junto al Arga.



Pamplona siempre es una delicia. Su ambiente, sus gentes, su gastronomía… y por su puesto sus monumentos vinculados a la ruta Jacobea (catedral neoclásica, portal de Francia, la plaza del castillo y sus soportales, la iglesia-fortaleza de San Nicolás, monumento a los Fueros, capilla de san Fermín, y qué decir de su bella ciudadela a la que se accede a través del verde pulmón del parque de La Taconera). Pamplona es final de etapa en muchas guías, pero mi mapa me lleva con acierto a través del puente medieval a Cizur Menor, a las afueras de la urbe. En Cizur Menor, población satélite de la capital pamplonica (y como en Cizur Mayor) proliferan las zonas residenciales. Vinculado a la ruta el pueblo conserva su iglesia parroquial y particularmente la iglesia de San Miguel. Posee dos albergues, el de la Orden de Malta (5 €) y el privado de Maribel Roncal (8 €).



Al fondo se observan ya las siluetas montañosas de la Sierra de Erreniega, más conocida como la sierra del Perdón, pero eso queda ya para la etapa de mañana… cuando renueve fuerzas.

Por cierto que España debe haber ganado el mundial de fútbol o algo... porque la procesión de peregrinos con banderas, bufandas, camisetas, etc. es increíble.

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