viernes, 21 de diciembre de 2012

Adiós a las Galápagos entre sus tortugas gigantes


 

Mi visita al parque nacional de las Islas Galápagos iba tocando a su fin. Restaba regresar al punto donde esta corta pero intensa e inolvidable travesía había comenzado cinco días antes. Con las enormes iguanas marinas de Santa Fé todavía en la mente, navegamos  para cubrir las 28 millas hasta la isla de San Cristóbal. Llegábamos a Puerto Baquerizo con la sensación de que regresábamos a la “civilización” galapagueña como paso previo al aeropuerto donde tomaríamos el vuelo de regreso a Guayaquil. Pero antes de abandonar el archipiélago de las Encantadas todavía nos restaba el encuentro con otro de los animales que más se identifican con Darwin y que son tan emblemáticos de Galápagos que dan nombre al archipiélago: las tortugas gigantes o galápagos.

 

La isla de San Cristóbal contaba con dos especies de estos enormes quelonios, una correspondiente a la población norte (Geochelone chathamensis) y otra que habitaba la parte sur de la isla. La primera alberga actualmente unos 1.400 ejemplares mientras que la especie meridional ocupaba un pequeño territorio en torno al cerro Colorado pero se extinguió por la acción de los balleneros que llegaban a la isla. El Cerro Colorado, sigue siendo no obstante una referencia viva para las tortugas gigantes terrestres pues en sus inmediaciones se ubica la Galapaguera Cerro Colorado.

 

Se trata de unas instalaciones centradas en las tortugas gigantes. Cuenta con centro de interpretación y zona de cría y reproducción, además de senderos y las instalaciones de uso público propias de un pequeño centro de visitantes. En el centro se crían tortugas de la especie norteña de San Cristóbal con el objeto de, a los dos años de vida, reintroducirlas en su medio natural en la población del norte. El centro permite conocer además el status poblacional, biología y etología de las 11 especies diferentes de galápagos que habitan el archipiélago.

La Galapaguera Cerro Colorado se encuentra a poco más de 20 kilómetros de Puerto Baquerizo y se accede en un trayecto de unos 40 minutos por sinuosa carretera.

 

Y así, entre tortugas gigantes, me despedía de este paraíso natural con una idea fija en la cabeza: regresaré a conocer otras islas y otras especies de estas islas sin duda Encantadas. Gracias por esos cinco días inolvidables.

jueves, 22 de noviembre de 2012

En la isla de Santa Fe

Iguana terrestre de Santa Fe.

 

Aquella tarde en Santa Fe me gustó especialmente. Me sorprendió por lo variado de la visita en parque en el que, de por si, todo es biodiversidad y variedad. Subidos en la neumática, nos acercamos hasta la playa de la pequeña ensenada emplazada al noreste de la isla donde comienza la excursión. Único punto de visita en esta isla situada entre Santa Cruz y San Cristóbal. El desembarco se realiza en mojado, es decir, que llegados al punto en que el agua cubre por debajo de la rodilla, es preciso bajar de la barca y salir caminando por la playa. Son varios los desembarcos en mojado que se realizan en las islas Galápagos.

 

Mientras voy caminando observo cómo a mi derecha saltan y se persiguen dos grandes leones marinos. Otros observan la escena impasibles sobre las rocas cercanas y algún que otro lobo marino se acerca nadando por las aguas cristalinas por las que me voy abriendo paso hasta la arena. Me detengo y dos lobos marinos me rodean. Como dándome la bienvenida a su morada. Me detuve unos instantes más junto a las rocas. Me llamó poderosamente la atención el vivo color rojo y gran tamaño de los cangrejos.

Leones marinos.
Mientras camino hasta la playa dos lobos marinos se acercan.
 

 

La isla de Santa Fe permite tener un poco de todo en el poco tiempo que dura la excursión. La isla es pequeña pero no diminuta y alberga recursos naturales que la convierten en diferente. Por un lado llama la atención sobre la superficie la presencia de grandes tunas. Se les llama tunas gigantes por el grosor de su tronco.

 
Entre las especies de aves, en esta ocasión me llamó la atención los pelícanos café, que estaban en plena época de cría y sacaban adelante los pollos.
 
Pelícano café con su pollo.
 

Pero el principal interés faunístico de Santa Fe son sus iguanas terrestres. Las islas Galápagos cuentan con cuatro iguanas diferentes: la iguana marina, la iguana terrestre, la iguana híbrido marina y terrestre (islaPlaza Sur) y la iguana terrestre de Santa Fe. La iguana terrestre de Santa Fe y la del resto de las islas son especies diferentes. La de Santa Fe es de coloración más pálida y de mayor tamaño. Yo observé un ejemplar durante la visita, pero no siempre se dejan ver con facilidad a pesar de su gran tamaño. Tuve suerte. Con mayor facilidad se observan las lagartijas de lava correteando y tomando el sol sobre las piedras.

Lagartija de lava.
 

El corto sendero me devuelve a la playa. Han sido apenas 500 metros de ruta circular pero hemos empleado 1 h. 30 minutos disfrutando a cada paso. En la arena descansan un grupo de leones marinos y de lobos finos de Galápagos. Juntos y aparentemente revueltos. Los leones marinos se diferencian bien por su mayor tamaño. Tenemos un rato para acercarnos hasta los mamíferos marinos, sin prisa. Hacer fotos, tumbarnos en la arena… cuesta meter de nuevo los pies en el agua para subir a la barca y regresar al barco, que espera anclado en la ensenada.

 

jueves, 8 de noviembre de 2012

Las islas Plaza, el reino del Sesuvium

Vegetación de Sesuvuim edmonstonei y Portulaca oleracea.

Pasamos un buen rato de sobremesa en la popa del barco después de la cena. En la cubierta posterior nuestro amigo Carlos “el bonobo” nos deleitaba cada noche con su limonada especial. Lo cierto es que la limonada estaba impresionante y fresquita en el calor de la noche estrellada entraba de muerte. Carlos se negaba a darnos su mágica receta a pesar de la insistencia de su entregada y fiel clientela.
 
Iguana terrestre en Plaza Sur.
 

Me fui a dormir con la imagen mental del paraíso de la bahía Gardner. ¿Se pueden tener sueños más dulces? A pesar de todo el cansancio ayudó a pasar la noche de un tirón y amanecer, en un día de sol y nubes, anclados en el canal entre la isla Plaza Norte y la isla Plaza Sur, frente a la costa de Isla Santa Cruz. El trayecto entre Española y las islas plazas es el más largo de los que realizamos: 60 millas (8 h.).

Como en todo el parque, no hay que abandonar el sendero señalizado.
 

Cada mañana corría impaciente la cortina del camarote para ver el panorama ante el que me encontraba e intuir qué me depararía el día. Esa jornada vi una isla plana, pequeña y con la superficie teñida de rojo salpicada de cactus de porte arbóreo. Después de desayunar, pusimos pie a tierra en la isla Plaza Sur (la norte no se visita) y pude fotografiar ese paisaje un tanto extraterrestre y absolutamente diferente al resto de las islas vistas hasta ahora, protagonizado por la planta suculenta Sesuvuim edmonstonei y Portulaca oleracea. Otra de las cosas buenas de Galápagos es la variedad paisajística entre unas islas y otras.

Ave tropical.
 
 
Nos reciben en el desembarco en seco algunas iguanas marinas y lobos marinos apostados junto al cartel monolítico que recuerda al visitante que se encuentra en un espacio natural protegido y que debe cuidar su flora y fauna.
 
A medida que camino voy descubriendo numerosos hoyos en el suelo que son madrigueras de iguanas. En Plaza Sur viven iguanas marinas, iguanas terrestres y las iguanas híbridos fruto del cruce de hembra marina y macho terrestre. Pasamos buena parte de la caminata jugando a identificar cada una.

Pollo de gaviota de cola bifurcada.
 

El sendero de visita es circular y recorre lo principal de esta pequeña isla. Me llamó la atención, cerca del acantilado (la isla no supera los 25 metros de altitud), el vuelo de perfil majestuoso de las aves tropicales, con su pico rojo y su larguísima cola. Aquí habita una de las 30 colonias que viven en Galápagos. Las gaviotas de cola bifurcada pasaban buena parte de la mañana con sus pollos en el nido, así que se dejaban fotografiar con toda la tranquilidad del mundo.

Tras 1 hora y 45 minutos de estancia en la isla Plaza Sur nos aguardaba una tranquila mañana en el barco, descansando, leyendo, repasando fotografías… Después de comer teníamos la siguiente parada muy cerca de aquí, en la isla de Santa Fé.

El Sesuvium tapiza de rojo el suelo de isla Plaza Sur.
 

 

viernes, 19 de octubre de 2012

Bahía Gardner, el paraíso terrenal

 

De los 145 sitios de visita que se pueden disfrutar en el parque nacional de las Islas Galápagos, la Bahía Gardner es uno de los que más magia encierra. En mi caso fue pisarlo para confirmarle a mi conciencia de que me hallaba en el auténtico paraíso terrenal. Está manejado como sitio de uso intensivo natural, de modo que es como disfrutar de un día de playa, pero en una playa muy especial.

 

Desde el punto de vista natural el principal atractivo es la colonia de lobos marinos que reside en la playa y que es más nutrida en época reproductora. Las aves también tienen protagonismo aunque en este caso están centradas en tres especies de pinzones de Darwin: una subespecie del pinzón de cactus de pico grande, el pinzón de tierra de pico pequeño y el pinzón cantor. También alguna rapaz.

La bahía es además una zona importante para la reproducción de tortugas marinas.

 

Después de una mañana inolvidable en Punta Suárez en contacto con las grandes aves del parque, el ratito que pasé en compañía de los lobos marinos en ese lugar era tan sólo un aperitivo de lo que me encontré en las arenas de esta bahía emplazada al norte de la isla Española.

 

El escenario es bien distinto. Aquí no hay senderos ni rutas preestablecidas, sólo dos playas contiguas de arenas blancas cegadoras que suman 1,3 kilómetros. Tras el desembarco en mojado (es decir, no hay muelle y hay que saltar al agua al llegar a la orilla), sólo está permitido caminar por la arena de estas playas, pero desde luego no hace falta más para vivir una de las mejores experiencias en la naturaleza que se pueden vivir: bañarse con lobos marinos!!!

 

Viendo el color de aguas, la fina arena blanca, los lobos marinos tumbados impasibles como un turista más ávido de sol… ¿hay mejor playa en el mundo? Muy pocas desde luego.

 

Pasé un largo rato fotografiando los lobos marinos en este escenario natural sin parangón. Les fotografié desde todos los ángulos y desde todas las posiciones; también tumbado junto a ellos.

 

En una parte de la playa se agrupaban algunas hembras con sus crías recién nacidas. Algunas de ellas acababan incluso de parir en ese mismo instante y una nube de fragatas volaban encima de ellas como si de una rueda de buitres sobre un cadáver se tratara. De pronto se lanzaban en picado hacia la playa para tratar de arrebatar la placenta. Un suculento plato de nutrientes estaba en juego y la naturaleza lo había puesto ahí, ante los ojos de las fragatas. Hubo momentos de “tensión natural” cuando las madres trataban de proteger a su criatura… y su placenta. Para mi la experiencia fue inolvidable.

 

Y a estos momentos siguieron los comentados en compañía de los lobos. Me metía en el mar y enseguida me rodeaban, curiosos, y daban pasadas una y otra vez frente a mi, rozándome incluso. ¿Podía haber mayor comunidad con la naturaleza de la Bahía Gardner? Jamás olvidaré aquella tarde en el paraíso terrenal.

jueves, 11 de octubre de 2012

Rumbo a la isla Española


Piquero de patas azules.


Esa misma noche nos pondríamos en navegación dando por iniciado oficialmente el crucero. Tuvimos tiempo de aprovisionarnos en el puerto antes de embarcarnos durante los próximos días sin volver a tocar tierra habitada hasta el regreso a San Cristóbal, tres días después. El crucero me depararía 4 días intensos. ¡Que pena de no disponer de más tiempo! Fueron no obstante 4 días intensos, aprovechados al máximo y centrados en la parte oriental del archipiélago. Las islas Galápagos constan de 19 islas principales y 107 rocas o islotes. Todos de origen volcánico. Así que os podéis imaginar lo que me queda por ver…

Gaviota de cola bifurcada y piquero enmascarado.
 

Pusimos rumbo a Española, una de las más apartadas, a la que llegamos tras las 4 h. 30 min. De navegación necesarias para cubrir las 32 millas de distancia.

Punta Suárez fue la primera de las visitas en la isla Española, también conocida como isla Hood. Las islas Galápagos tienen un nombre castellano y otro inglés. Chatham es el correspondiente a San Cristóbal.

El gigantes albatros de Galápagos.
 

Punta Suárez se encuentra en el extremo noroeste de la isla. Allí se realiza el desembarco en seco gracias a un pequeño muelle sobre la roca basáltica. Se realiza un pasea de 1.700 metros circular para el que empleamos unas 2 horas de recorrido a pie. Es un sendero llano y repleto de atractivos naturales, especialmente en lo relativo a aves. El protagonista no es otro que el albatros (Diomedea irrorata), la mayor ave marina del planeta, que se posan en este rincón galapagueño –sólo se pueden ver aquí- entre abril y noviembre. Era agosto así que me encontraba en plena temporada de albatros. Se reúnen en tierra para criar, ofreciendo un espectáculo amoroso único con curioso cortejo nupcial incluido. Creo que agoté una tarjeta de memoria entera fotografiando a este gigante alado de 3 metros de envergadura.

Punta Suárez se visita en un recorrido circular de 1,7 km.
 

La situación apartada de la isla, en el extremo suroriental del archipiélago de las Encantadas, le confiere un alto porcentaje de endemismo en un lugar de por sí único en términos de biodiversidad. En el sendero compartí mañana además de con los albatros, con los piqueros azules, que parecían casi gorriones al lado de los albatros. Los piqueros de patas azules (Sula nebouxii) son unos alcatraces con color de patas irreal, un intenso azul que parece pintado a mano. También los elegantes y estilizados  piqueros enmascarados (Sula granti), de color blanco y con una curiosa franja negra en los ojos y cara que le confieren el nombre común. Otras aves que acompañan posadas sobre las rocas de lava a albatros y piqueros son las gaviotas de cola bifurcada, de porte esbelto, fino, con patas rojas y circulo periocular rojo intenso y plumaje precioso.

Las rarezas se completan con las iguanas marinas de esta isla, de un color turquesa que vira a rojo en época de apareamiento, o con las mayores lagartijas terrestres de las siete especies existentes en Galápagos. Las iguanas lucían intensos colores rojos, tal y como correspondía a su época de cría. Se acumulaban por cientos, unas encimas de otras, pisándose.
 
Iguana marina.
 

A lo largo del camino varios pinzones de Darwin y algún canario María, revolotean de roca en roca. Nos acompañan a lo largo del sendero. La primera mitad transita junto al acantilado, donde también descansan algunos leones marinos y los coloridos cangrejos se exponen en la línea de marea.

Una culebra biserialis se escabulle entre los nidos y una lagartija de lava deja ver su enorme tamaño, casi como una iguana pequeña.

En el extremo del acantilado es posible contemplar bufones. El más importante es El Soplador.

El propietario de las patas que abren el post.
 

El regreso se realiza por el interior, alejados del mar, hasta una pequeña playa de fina arena blanca. Allí descansan un grupo de lobos marinos que, como todo en las Galápagos, se dejan fotografiar con sumo gusto. Aprovechamos para hacernos algunas fotos con ellos compartiendo playa. Una arena cegadora y unos lobos marinos que serían el preludio de lo que la tarde nos depararía en la siguiente parada: bahía Gardner.

 

lunes, 24 de septiembre de 2012

Mi primera tarde en el paraíso de las Galápagos


La primera tarde en Galápagos no la olvidaré jamás. Hice la primera excursión a pie por las islas y sirvió para darme cuenta del paraíso en el que me encontraba. Paraíso por la cantidad de animales pero sobre todo por la proximidad con la que se observan y la facilidad con la que uno puede acercarse hasta los animales siempre y cuando respete las normas que Diego se encargaba una y otra vez de explicar y velar por su cumplimiento.



Aquella primera tarde en Galápagos la pasé en la playa de La Lobería, entre cientos de animales. Por supuesto lo más representativo de este spot del parque nacional son los leones o lobos marinos (Zalophus californianus), animales que no eran nuevos para mi y que no obstante fotografié bien a gusto, pero sirvió para tener mi primer contacto con otros seres que sí eran auténtica novedad para mis ojos: las iguanas marinas.


 

Durante mis años de estudio de zoología, en la Universidad Complutense de Madrid, siempre que leía o veía algo relacionado con Darwin y las Galápagos pensaba ¿veré yo alguna vez a esas extrañas criaturas llamadas iguanas marinas que tanto fascinaron al naturalista? Ahora tenía ante mi un nutrido grupo de ellas. Las primeras en dejarse ver sobre las rocas fueron unas hembras de piel oscura, como corresponde a la subespecie que habita la isla de San Cristóbal. Descansaban sobre la lava. La tarde estaba nublada pero seguro que la roca volcánica irradiaba todavía algo del calor de la mañana y ellas lo agradecían para termorregular.
 
 

Las iguanas marinas sólo existen en Galápagos –una de las muchísimas especies endémicas del archipiélago- y presentan 7 subespecies. La que habita San Cristóbal y Santiago es la misma subespecie (Amblyrhynchus cristatus mertensi). A lo largo del viaje tendría ocasión de ver algunas más. Incluso iguanas terrestres y las iguanas de Santa Fé.

 

Pero aquella tarde sirvió para ver otro de los mitos darwinianos: el pinzón. ¿Con todo lo que hay que ver en aquellas islas y va éste a fijarse en un simple pajarillo, pensaréis algunos? No os falta razón pero los pinzones de las Galápagos no son unos simples pajarillos… sirvieron para basar en parte la Teoría de la Evolución de las especies. Abrieron los ojos de Darwin con la forma de sus picos. El naturalista estudió con calma las diferentes formas del pico del pinzón y cómo estas aves eran diferentes en cada isla.



Frente a mi, saltando y revoloteando sobre la lava, se posó una hembra de Pinzón mediano de Tierra (Geospiza fortis), una de las 13 especies de pinzones. Los machos de esta especie son íntegramente de color negro.

Maravillado por la lección permanente de biodiversidad en La Lobería costaba abandonar la playa apurando el tiempo de estancia permitido. Si esto está justo al lado del muelle y el aeropuerto ¿qué no me depararán las excursiones a las islas más apartadas?

 
 

martes, 18 de septiembre de 2012

La Llegada


Lobo marino en Puerto Baquerizo Moreno, isla San Cristóbal.


El 10 de marzo de 1535 Fray Bartolomé de las Casas arribaba navegando a la deriva hasta este archipiélago situado a 972 kilómetros de la costa de Ecuador. Las islas estaban habitadas por miles de aves, extrañas criaturas y unas enormes tortugas cuyo caparazón recordaba a la forma de silla de montar de nombre galápagos que en aquella época se usaba en España. Con este nombre quedaron bautizados los enormes reptiles de aspecto antediluviano y las islas. Sobre este descubrimiento cuento algo más en mi blog Paraísos del Mundo. Las islas Galápagos habían sido descubiertas al mundo por un señor de Soria.

 

El 17 de septiembre de 1835 Charles Darwin, en compañía de su fiel Covington y unos pocos marineros, ponía un pie en las islas Galápagos. Esa fecha marcaría a la postre un antes y un después en la Biología Evolutiva. Muchos fechan este cambio un tiempo después con la publicación de El Origen de las Especies el 24 de noviembre de 1859, pero es justo recordar que ese día de septiembre supuso el principio de una serie de observaciones y trabajos de campo con toma de datos y recolección de especies realizados por Darwin en las pocas semanas que estuvo en las islas. Podrían llamarse “las islas Darwin” no porque el naturalista británico fuera su descubridor sino por lo que su visita a las islas supuso para la ciencia. No llevan su nombre pero si cuentan con un sinfín de referencias en el nombre de sus moradores animales, una estatua y una Estación Científica. Qué menos.

 

Un 25 de agosto de 2005 llegaba yo por primera vez a las Galápagos, un simple mortal al que le gusta la naturaleza al lado de tanto nombre, atraído por el imán idolatrado de Darwin en la mente y un ejemplar de Viaje de un Naturalista alrededor del Mundo bajo el brazo. También Darwin contra Fitzroy, de Peter Nichols, que iría leyendo en la cubierta durante la navegación.

 

En la espalda una mochila con todo el equipo fotográfico e incluso mi telescopio terrestre que por cierto, ni usé. Os explico, acostumbrado a realizar fotos de fauna salvaje con potentes teleobjetivos como suele ser habitual, incluso con el adaptador fotográfico de mi telescopio (que equivale a un tele de 1100 mm), me di cuenta en la primera excursión en Galápagos, que lo que me daría más juego era ¡¡un gran angular!!. Y no es broma. La actitud de los animales es tan “indiferente” hacia el ser humano, al que no identifican con peligro, que siempre que uno no se salga del camino (absolutamente prohibido en el parque nacional), las aves están tan cerca que un gran angular puede capturar momentos fotográficos inolvidables. Como recomendación no debe faltar no obstante un tele para primeros planos (un 200 ó 300 mm).

 

Llegué al aeropuerto de la isla de San Cristóbal -junto al de Baltra, los dos aeropuertos del parque nacional-. Lo hice en vuelo de un par de horas desde Guayaquil, en la costa pacífica ecuatoriana. Es preciso cumplir estrictos controles de seguridad en lo relativo a la inclusión de alimentos y especies alóctonas y para ello en el aeropuerto realizan un exhaustivo control del equipaje para no traer nada que pueda desequilibrar el ecosistema galapagueño.

Abonadas las tasas de entrada al parque nacional (100 $), a la salida de la pequeña terminal nos estaba esperando Diego Andrade, un magnífico guía del parque que nos acompañaría por nuestro periplo en las islas. En bus nos llevaron hasta el muelle donde aguardaba atracada nuestra casa flotante, el crucero el Millennium, un magnífico catamarán con 5 habitaciones dobles. Nuestro grupo ocupaba 4 de las habitaciones y la quinta, la suite, estaba reservada por unos americanos. El capitán nos recibió a bordo y con cara compungida nos comunicó que debíamos hablar sobre las habitaciones. ¿Qué pasa? ¿algún problema? ¿nos van a dejar en tierra? La cara del capitán no auguraba buenas noticias y denotaba algún contratiempo que nadie nos había comunicado hasta ahora. Nerviosos, nos sentamos en la cubierta inferior, donde se encontraban algunos camarotes y el salón-comedor. Al parecer los americanos no se habían presentado. ¿Cuál era el problema? Pues que sólo había una suite y no sabía a quien de nosotros dársela!!! Y para eso nos pone el corazón en un puño al recibirnos con la cara como un poema??? Bendito problema. Yo iba “soltero”, así que deje disfrutar de la posibilidad del jacuzzi y la espaciosa habitación al resto de mis compañeros. Ese sorteo no iba conmigo… No obstante los afortunados ganadores se encargaron un día tras otro de restregarme lo bien que se disfrutan las Galápagos desde una suite. Ten amigos para esto… En cualquier caso mi habitación no estaba nada mal y el Millennium es un barco excepcional que sin duda recomiendo. El capitán, por cierto, un tipo encantador que pronto se ganó nuestra causa; y por las noches Carlos, el "atractivo" barman al que rápidamente pusimos el apelativo cariñoso de “bonobo”, que siempre tenía a punto su limonada especial al regreso de las excursiones.

Puerto Baquerizo Moreno
 

En Puerto Baquerizo Moreno, la capital de la isla de San Cristóbal y del archipiélago, aguardaba el barco, siempre en compañía de las fragatas. Con el barco amarrado, nadaban junto al casco enormes tortugas marinas. Sobre las pequeñas barcas del puerto tomaban el sol algunos lobos o leones marinos. Los pelícanos se lanzaban una y otra vez en picado en busca de capturas sobre un mar cristalino. ¿La llegada al paraíso? Pronto me daría cuenta de que si.

jueves, 6 de septiembre de 2012

Las islas Galápagos

Aquí estoy con unos amigos en la isla Española.



Las islas Galápagos eran el colofón a mis vacaciones por Ecuador. Primero un poco de volcanes y selva amazónica, unos días de naturaleza salvaje en estado puro en la mitad del mundo. La magnificencia del río Napo, que la tiene, y la fuerza de volcanes como el Cotopaxi o el Chimborazo, que la tienen, quedaron en un segundo plano nada más poner un pie en las Galápagos. Ese mismo día me di cuenta de que todo cuanto había leído sobre ellas, con titulares como el Arca de Noé, un museo al aire libre, o similares se quedan cortos a la hora de describir en unas palabras lo que encierran este puñado de islas situadas a 1.000 kilómetros de la costa continental ecuatoriana.

Hoy, unos años después de aquel viaje, creo que no he estado en un destino ecoturístico mejor.

 

En los últimos años mucho han cambiado la legislación y los permisos respecto a la capacidad de carga del parque nacional de las islas Galápagos. Pese a ser un destino caro, el número de visitantes iba en aumento y era muy superior al permitido. De hecho la UNESCO estuvo a punto de retirarle su condición de Patrimonio de la Humanidad y sigue mirando este lugar con lupa. Todo cuidado es poco en un ecosistema tan frágil e importante como el que encierra las “islas Encantadas”. En este sentido se está realizando un gran trabajo desde el parque nacional.

 
Iguanas marinas.


A pesar de los cambios, el crucero sigue siendo la mejor opción para recorrer el parque nacional. No son cruceros al uso. Aquí no hay grandes barcos ni turistas borrachos en todo incluido haciendo aerobic sobre la cubierta de un buque. Son embarcaciones pequeñas. Para particulares y pequeños grupos. La capacidad media está en las 40 personas pero abundan los pequeños barcos con capacidad para 10-20 pasajeros. Este último es el tamaño perfecto, por la dimensión del grupo y por las medidas del barco. Catamaranes, monocascos, etc. Aquellos inolvidables días realicé un crucero en el Millennium por cinco de las islas. Algún día quiero volver para recorrer el resto pero de momento esta es mi Gran Ruta por las islas Galápagos, 5 días/4 noches inolvidables recorriendo: Baltra (aeropuerto), Plaza Sur, Santa Fe, San Cristóbal y Española. ¡¡Todos a bordo!!

sábado, 25 de agosto de 2012

Nueva Gran Ruta


 

Concluido el recorrido por la Costa de Asturias, cambio de país, continente y hasta de océano para la siguiente Gran Ruta. Será en el Pacífico, en un lugar que puedo considerar sin temor a equivocarme como el paraíso ecoturístico por excelencia. La razón de ser de la evolución tal y como hoy la conocemos…. No me negaréis que esta pista es buena… Por si acaso aquí os dejo otra pista fotográfica. ¿Me acompañáis? En los próximos días comienza una nueva Gran Ruta…

jueves, 16 de agosto de 2012

La ría del Eo. Castropol-Vegadeo

5ª etapa II: Castropol-Vegadeo: 30 km. circunvalando la ría.

Castropol desde el Puente de los Santos.


Como hace no mucho tiempo hiciera como peregrino, estoy de nuevo en el Puente de los Santos (WP.GR.8.101). Una gran obra de ingeniería que permite unir por su desembocadura la parte asturiana y la parte gallega de la ría del Eo. Miro hacia atrás, de nuevo un alcatraz pasa frente a mi, a lo lejos, como queriendo recordarme que dejo la parte marina del recorrido para adentrarme en terreno que progresivamente va contando con un agua cada vez más dulce hasta llegar al enclave donde el Eo no se ve influenciado por las mareas. Las olas cantábricas baten la costa a mi espalda.



Un alcatraz me despide de la costa asturiana.
Puerto de Figueras.


Hacia el interior las vistas son excepcionales y se observa a la perfección la gran falla que originó la mayor ría asturiana. Como telón de fondo las suaves montañas de la comarca Oscos-Eo se levantan sobre la disposición en pendiente de la bella localidad de Castropol. A su izquierda, cerca de donde me encuentro, el puerto deportivo de Figueras (WP.GR.8.102). Hacia allá me dirijo para recorrer por la N-640 la orilla oriental de la ría, la correspondiente a su parte asturiana.



La ensenada de Linera es muy interesante desde el punto de vista medioambiental por las praderas submarinas de Zostera marina. También crecen en ésta y otras ensenadas praderas de Zoostera noltii. Son dos de los principales valores naturales de la Reserva Natural Parcial de la Ría del Eo. El otro, aparte de la vegetación halófila del estuario, son las aves (ZEPA). Muy cerca de la oficina de turismo de Castropol (WP.GR.8.103) pasa una senda muy recomendable. Pero antes, no dejéis de visitar el Centro de Interpretación de la Ríadel Eo (hay bicicletas eléctricas, WP.GR.8.104).

Garza real en una de las ensenadas de la ría.


El tramo de senda que une Castropol (WP.GR.8.105) con Figueras es interesante para observar aves, aunque éstas se disponen, sobre todo en invierno, a lo largo de toda la ría, y en las inmediaciones de Granda y Vegadeo Aquí viene a morir el Eo tras 78,5 kilómetros de recorrido desde Fonteo (Lugo), donde nace este salmonero curso fluvial.



Desde el puente de Vegadeo (WP.GR.8.106) podéis hacer dos cosas (o mejor ambas), recorrer la margen occidental de la ría y regresar por la carretera gallega que ofrece unas panorámicas excepcionales de la parte asturiana, o recorrer la cercana Vía Verde del Eo (WP.GR.8.107), un interesante recorrido por el trazado del antiguo ferrocarril minero recuperado con acierto como Vía Verde. El firme se encuentra sin acondicionar, lo que garantiza un contacto más natural con los 12 kilómetros de recorrido. La vía verde se puede recorrer a pie o en bicicleta y atraviesa un puente y media docena de túneles. Une San Tirso de Abres y Villaodriz, entre Asturias y Galicia, como la ría.


Atravesando uno de los 6 túneles de la Vía Verde del Eo.

No hace falta deciros que tras recorrer la Vía Verde regresé a la entrada a la ría por Ribadeo, disfrutando una visión completa de la ría, para llegar al puente de los Santos justo cuando caía la tarde. La luz vespertina iluminaba la vertiente astur realzando toda la belleza para despedir, de la mejor forma posible, mi completo recorrido por la Costa Asturiana. Sabedor del objetivo conseguido contemplo la ría embriagado por la fuerza natural de esta Reserva de la Biosfera, una de las 6 que hay en Asturias. Ningún otro lugar del mundo, en una superficie similar, cuenta con ¡¡6 reservas de la Biosfera!! Pero bueno, por algo estoy en un Paraíso Natural…

Garcetas comunes.

Vía Verde del Eo.

Ya con las últimas luces del día recojo a mis compañeros de viaje Miguel y Rubén en el muelle de Castropol (WP.GR.8.108), donde acaban de llegar con su neumática y una sonrisa de oreja a oreja. No hace falta preguntarles qué tal les ha ido. Esa noche hubo una buena cena de despedida, sin grandes lujos pero si con la calidad gastronómica perenne de esta tierra. Sobre la mesa, sabrosas viandas, infinidad de buenos momentos, algunas anécdotas y el recuerdo de un viaje que seguro ninguno de nosotros olvidará. ¡Hasta pronto Asturias!

Visión general de la ría del Eo desde el puente de los Santos.


Lista de Way Points GPS Gran Ruta 8:
WP.GR.8.101: 29 T659308 E4822859
WP.GR.8.102: 29 T659723 E4822417
WP.GR.8.103: 29 T659409 E4821032
WP.GR.8.104: 29 T659172 E4821426
WP.GR.8.105: 29 T659499 E4820975
WP.GR.8.106: 29 T657210 E4815036
WP.GR.8.107: 29 T640549 E4800961
WP.GR.8.108: 29 T659056 E4821291