viernes, 21 de diciembre de 2012

Adiós a las Galápagos entre sus tortugas gigantes


 

Mi visita al parque nacional de las Islas Galápagos iba tocando a su fin. Restaba regresar al punto donde esta corta pero intensa e inolvidable travesía había comenzado cinco días antes. Con las enormes iguanas marinas de Santa Fé todavía en la mente, navegamos  para cubrir las 28 millas hasta la isla de San Cristóbal. Llegábamos a Puerto Baquerizo con la sensación de que regresábamos a la “civilización” galapagueña como paso previo al aeropuerto donde tomaríamos el vuelo de regreso a Guayaquil. Pero antes de abandonar el archipiélago de las Encantadas todavía nos restaba el encuentro con otro de los animales que más se identifican con Darwin y que son tan emblemáticos de Galápagos que dan nombre al archipiélago: las tortugas gigantes o galápagos.

 

La isla de San Cristóbal contaba con dos especies de estos enormes quelonios, una correspondiente a la población norte (Geochelone chathamensis) y otra que habitaba la parte sur de la isla. La primera alberga actualmente unos 1.400 ejemplares mientras que la especie meridional ocupaba un pequeño territorio en torno al cerro Colorado pero se extinguió por la acción de los balleneros que llegaban a la isla. El Cerro Colorado, sigue siendo no obstante una referencia viva para las tortugas gigantes terrestres pues en sus inmediaciones se ubica la Galapaguera Cerro Colorado.

 

Se trata de unas instalaciones centradas en las tortugas gigantes. Cuenta con centro de interpretación y zona de cría y reproducción, además de senderos y las instalaciones de uso público propias de un pequeño centro de visitantes. En el centro se crían tortugas de la especie norteña de San Cristóbal con el objeto de, a los dos años de vida, reintroducirlas en su medio natural en la población del norte. El centro permite conocer además el status poblacional, biología y etología de las 11 especies diferentes de galápagos que habitan el archipiélago.

La Galapaguera Cerro Colorado se encuentra a poco más de 20 kilómetros de Puerto Baquerizo y se accede en un trayecto de unos 40 minutos por sinuosa carretera.

 

Y así, entre tortugas gigantes, me despedía de este paraíso natural con una idea fija en la cabeza: regresaré a conocer otras islas y otras especies de estas islas sin duda Encantadas. Gracias por esos cinco días inolvidables.