jueves, 15 de julio de 2010

2ª Etapa. Roncesvalles – Larrasoaña



Bosques y valles Pirenaicos
27,1 km.


Una de las etapas más bellas. Es cierto que tiene un par de puertos, pero nada tienen que ver con las duras rampas de la primera etapa. De hecho, he decidido finalizar la etapa en Larrasoaña en lugar de la previsión inicial de hacerlo en Zubiri. Ya comentaba que se trataba de una planificación de etapas inicial antes de la partida, orientativa, pero que después iría ajustando sobre la marcha si la ocasión lo permite. Finalizando en Larrasoaña sigo además la clasificación de etapas del mapa del Camino de Santiago del CNIG, que de hecho es mi herramienta de orientación. Cierto es que cuando uno llega a Zubiri dan ganas de tumbarse junto al río Arga y no levantarse hasta el día siguiente pero la verdad es que he preferido hacer cinco kilómetros más hasta Larrasoaña y poder avanzar ahora que las piernas está frescas. Zubiri es también un frecuente final de etapa y cuenta con diversos alojamientos (la Hostería de Zubiri, hostal Gau-Txori y varias pensiones) y dos albergues, el municipal en las antiguas escuelas, y junto al puente otro privado (albergue Zaldiko).

Como os digo es una etapa muy bonita que transcurre por el valle de Erro y los primeros pasos del Camino por el valle del Arga. De entrada la ruta transcurre por apacibles pastos navarros entre Roncesvalles y Espinal. Un perfil suave de inicio entre hierba, ovejas, vacas y hayedos. La primera foto muestra el inicio de la etapa en Roncesvalles, muy cerca de la cruz medieval, y transcurre paralelo a la carretera. Por cierto que me ha sorprendido la cantidad de ciclistas con los que me voy cruzando (bueno, mejor dicho me van adelantando).



Aurita/Burguete (foto) y Espinal son dos buenos ejemplos de arquitectura tradicional, con casonas solariegas. Ambos en la ruta turística Hemingway. Sí el mismo que puso en el mapa a Pamplona para los americanos gracias a sus crónicas de San Fermines, que dicho sea de paso también se dejan notar en estos días en la zona. Destacan la iglesia de San Nicolás en Burguete y la de San Bartolomé en Aurizberri/Espinal, donde llaman más la atención sus estelas funerarias clavadas en el suelo nada más entrar al pueblo, a la izquierda, con sus curiosos dibujos decorativos. Enfrente el hostal Haizea es un buen lugar para tomar algo antes de subir al alto de Meikiritz. No os asustéis, antes de que os queráis dar cuenta estaréis junto a la estela-lápida que recibe al peregrino en el alto y donde, como manda la tradición (y reza en la propia estela), hay que detenerse para rezar una salve a Nuestra Señora de Roncesvalles. Cumplida la tradición me adentro de nuevo entre las hayas que conforman el magnífico bosque por el que se inicia el largo y progresivo descenso hacia Lintzoain.



Afronto ahora la segunda subida del día hasta el Puerto de Erro. Es una subida sencilla. Antes de coronar pasamos junto al lugar denominado Pasos de Roldán, donde podemos medir sus enormes zancadas. Dejamos atrás unas antenas (buenas vistas panorámicas circulares) y la pista comienza el descenso hacia Zubiri cruzando en primer término la carretera y después adentrándose de nuevo en un frondoso bosque. Lo que si cambia son las especies forestales, pues las hayas dan paso a robles y pinos. El descenso es breve pero acusado, así que al toparme de pronto con el precioso puente medieval de la Rabia las piernas agradecen una parada. El lugar es hermoso, a orillas del río Arga. El efecto debe tener imán pues allí nos juntamos casi todos los peregrinos de la jornada. Los que van… y los que vienen, pues parece que se está poniendo de moda lo de hacer el Camino al revés y comenzar en Santiago. Allí conozco a Luis, un portugués de Braga, que comenzó en su ciudad (al norte de Portugal) y llegó a Santiago por el Camino Portugués para dirigirse a continuación por el Camino Francés en sentido inverso hasta su meta: Mont Saint Michel. 2.300 kilómetros y 3 meses de caminata. ¡Ahí es nada, buen Camino Luis!



En la orilla del río, junto al puente de la Rabia, no son sólo mis pies los que se refrescan en el agua. Allí están cinco peregrinos “japoneses”. Bueno japoneses hasta que uno les pregunta y en realidad me entero que son coreanos. Suele pasar. Los tipos no paran de reírse y disfrutar del baño. Mientras dos de ellos tiran al agua a un tercero, el cuarto (y yo) observamos atónitos al quinto coreano en cuestión cómo se pone a hacer flexiones como un loco. Con el calor que hace y la paliza que lleva encima…



Con las fuerzas renovadas por el agua fría una hora más tarde entro en Larrasoaña.
Se puede dormir en el albergue municipal (6 €) o en alguna de las pensiones de Larrasoaña (El Peregrino, Bidea y El Camino). Ultreia.

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