domingo, 24 de marzo de 2013

3º día. Asuán-Kom Ombo. Los cocodrilos del Nilo



 

Dejé atrás Asuán embarcado en uno de los muchos cruceros que cada semana surcan el gran río arriba y abajo, zarpando de forma alterna de Luxor y Asuán sin descanso. Me embarqué en esta ocasión en el barco “Mojito”, como otras veces hice en embarcaciones como Alexander The Great, Tiyi, etc. Las motonaves están muy bien acondicionadas y cuentan con todo tipo de comodidades. Me hubiera gustado hacerlo no obstante en alguna de las falucas que hacen el crucero de forma mucho más tradicional, simplemente con un patrón, un cocinero-marinero y un par de pasajeros. Hay otros barcos que, también a vela, están acondicionados con hasta diez camarotes dobles. Pienso resarcirme y mientras ese momento llega os aconsejo hacerlo a vela. El único inconveniente es que se tarda aproximadamente el doble que en motonave (una semana) pero las ventajas son muchas. Mejor siempre corriente abajo.

Entrada al reacondicionado Museo del Cocodrilo, en Kom Ombo.
Cocodrilo momificado.
 

Al navegar a vela en una pequeña falúa el menor calado permite acercarse más a la orilla y adentrarse en zonas más someras donde abundan las aves. Yo me contenté en avistar la avifauna desde la cubierta del gran barco, excepcional mirador sobre el río. La proximidad no es la mejor pero para eso si iba preparado con mis prismáticos. Problema resuelto. Sobre todo ardeidas y anátidas. Garcillas bueyeras, garcetas comunes, garzas blancas, garzas reales, garcillas cangrejeras, etc.

 

Os aconsejo no olvidéis llevar unos prismáticos en vuestro viaje a Egipto aunque sea para hacer un mero crucero con fines turísticos arqueológicos. Sacaréis mucho partido al viaje y veréis el río y la vida de sus orillas de diferente forma.

La falúa es la mejor forma de recorrer el Nilo para observar aves.
 

El problema de la proximidad a las aves se subsanó también al día siguiente, cuando por sorpresa un par de garcetas comunes adoptaron uno de los cabos de la proa del barco como posadero.

Otra de las embarcaciones a vela con camarotes.

 

El paisaje entre Asuán y Kom Ombo va dejando atrás la roca para dejar paso a unas riberas cada vez más verdes y frondosas. Papiros, cultivos, palmeras datileras, etc. También desaparece la arena dorada del desierto. Kom Ombo es parada obligada en los cruceros. Allí espera un templo diferente. Curioso. Un templo dedicado a dos deidades. Una de ellas me interesa en particular, el dios Sobek. Es el dios Cocodrilo.

La cubierta del crucero es un gran observatorio ornitológico.
 

De los fieros y temidos cocodrilos del Nilo en el tramo egipcio del gran río africano nada queda. Sólo leyendas y momias. Para observarlos en vivo y en directo hay que hacerlo aguas arriba del Lago Nasser. Pero en época faraónica los había y muchos. Junto al templo de Kom Ombo se ha rehabilitado hace poco un museo dedicado a los cocodrilos. Y es que en el templo del dios Sobek fueron encontradas decenas de momias de cocodrilos. Algunas de estas momias se pueden observar en el museo. Este centro dedicado al mítico reptil del Nilo ofrece interesante información sobre la especie. Y para despedir el día os recomiendo tomar un te a la menta en la haima que hay junto al museo mientras cae la tarde sobre el río y las columnas del templo de Kom Ombo.

viernes, 8 de marzo de 2013

2º día. Asuán y la primera catarata del Nilo


El Nilo cuenta con diferentes cataratas a lo largo de su larguísimo curso tanto desde sus fuentes a orillas del Lago Victoria (Nilo Blanco) como desde el nacimiento del Nilo Azul en Etiopía. Algunas son realmente espectaculares ya sea por su anchura (Tis Abai), aguas abajo del lago Tana en territorio etíope, como por su estrechez y el encajonamiento del enorme caudal del Nilo, es el caso de las cataratas Murchinson en el lago Alberto (Uganda). Ambas impresionantes. Pero es cierto que la historia se ha referido siempre a las cataratas del Nilo como las seis existentes entre Asuán (Egipto) y Jartum (Sudán del Norte). Actualmente sólo quedan tres. ¿El motivo? humano, como suele ser habitual, mediante la construcción de presas.


De las seis cataratas sólo la primera se hallaba en suelo egipcio, el resto se repartían a lo largo del río dentro del antiguo Sudán. La cuarta catarata despareció tras la creación de la presa de Merowe.  La segunda catarata sucumbió también bajo las aguas del lago Nasser (estaba en Nubia) con la construcción de la Gran Presa de Asuán y la primera desapareció al construir la Presa Vieja de Asuán. Llama la atención las islas de granito que emergen de la lámina de agua que separa la presa Vieja y la Gran Presa. En una de estas islas se encuentra el templo de Philae.

Granito, arena y falúas identifican al Nilo en Asuán.
 
 
 

Desde la cantera de granito donde se encuentra el célebre Obelisco Inacabado, al sur de la ciudad, la carretera lleva hasta la Presa Vieja (42 m de altura y casi 2 kilómetros de largo). Empezó a construirse en 1898 y tuvo posteriores ampliaciones para aumentar su capacidad. Delante de la presa se encontraba la citada primera Catarata del Nilo, originalmente era una sucesión de rápidos y aguas turbulentas, pero la presa modificó definitivamente su aspecto. De todas formas casi se puede llegar navegando en alguna de las muchas falucas o falúas, embarcaciones tradicionales a vela, que se mueven incesantemente por el Nilo desde Asuán. Me embarqué en una de ellas para rodear la isla Elefantina, donde se encontraba la antigua Yabu, la ciudad en época faraónica estratégica parada para las caravanas comerciales que venían del desierto nubio, e ir en busca del lugar donde se encontraba el histórico salto de agua. La navegación me permitió conocer también la vecina isla Kitchener. Esta isla se encuentra al norte de la isla Elefantina y es llamada también isla de los Árboles porque su frondosa vegetación es en realidad un jardín botánico con especies de África y Asia.

Niño nubio.
Paseos en dromedario por la orilla izquierda del Nilo en Asuán.
 

Curiosidades botánicas a parte, en Asuán existen diferentes monumentos históricos –es cierto que no muchos de época faraónica de esplendor- pero desde el punto de vista natural marca un antes y un después en el curso bajo del Nilo. El principal motivo, como explicaré en su debido momento, se debe a la Gran Presa, pero me quedo con la belleza de ambas orillas, con el contraste entre al azul del Nilo y las abruptas laderas de granito rojo y arena dorada. En la etapa anterior el protagonista era el naranja del desierto, la absoluta desnudez de las orillas. A partir de aquí el verdor va copando las riberas pero para comprobarlo me embarco en una de los cruceros que recorren cada semana el río entre Asuán y Luxor…
 
Navegando por encima de la Presa Vieja hacia el templo de Philae.