He finalizado mi vuelta a Andorra. Un recorrido de ecotouring dividido en 14 “etapas” que ha tocado a su fin. Como habéis podido comprobar se puede estar varias semanas escribiendo sobre Andorra sin mencionar ni una sola vez la palabra esquí ni la palabra compras. Desde luego Andorra es mucho más que eso. Aquí llegué a comienzos de junio para descubrir su naturaleza. Una naturaleza que desde luego me ha sorprendido muy gratamente, a buen seguro porque la inmensa mayoría de quienes vienen a Andorra, como yo hice hace unos cuantos años en mis primeras visitas al país, lo hacen para ese combinado esquí-compras. Fruto de ello es el excelente estado de conservación de los recursos naturales del Principado. Un estado de conservación que me ha sorprendido con creces y que desde luego hace que quienes busquen contacto directo con la naturaleza, lo encuentren.
Me ha cautivado la enorme biodiversidad de un país tan pequeño. Recuerdo los primeros días inmerso en la naturaleza mediterránea, con la encina como especie bandera, días a los que siguieron paisajes, hábitats y ecosistemas más propios de las regiones eurosiberianas y boreoalpinas. Por supuesto hallé la alta montaña, la mordedura glaciar granítica de lugares como Juclar o Pessons, y ni que decir que sucumbí ante la naturaleza existente en sus tres espacios naturales protegidos principales: el parque natural comunal del Comapedrosa, el parque natural del valle de Sorteny y el patrimonio de la humanidad del valle del Madriu-Perafita-Claror. También en esos lugares menos conocidos pero que me han impresionado por su soledad, algo que es necesario a la hora de gozar con el medio ambiente tras rebecos, rapaces o nutrias, por ejemplo. Encuentros con la fauna más emblemática del Principado y disfrute con sus especies de flora, que me cautivaron en días como el de Sorteny o Comapedrosa.
Como suele ser habitual quiero despedirme con la misma foto con la que comencé la serie de post sobre esta vuelta de ecotouring por la naturaleza de Andorra, una foto que me relaja sólo con verla, me trasporta a la orilla de ese lago en Pessons donde una tarde de junio me tumbé plácidamente y de la que, os puedo asegurar, me costó marchar. Definitivamente regresaré a Andorra, a su naturaleza. Quizá para descubrir su otoño, a lo mejor para conocer la soledad invernal de sus valles fuera de las pistas de esquí, quizá para continuar esas marcas rojas y naranjas que llegaron a ser un fiel compañero de viaje en muchas excursiones coincidiendo con el trazado del sendero GRP-1 que da la vuelta al país, o quizá precisamente para eso, para realizar el trekking que en una semana da la vuelta a pie a Andorra… No se, pero seguro regresaré. ¡Hasta pronto Andorra!
la verdad es q relaja un monton esa foto!!!! a ver si algun dia la puedo repetir yo y llegar hatsa ese lago
ResponderEliminar¡Pues nada! ánimo con esa idea. No te arrepentirás. Un saludo.
ResponderEliminarTienes toda la razón Alfonso,te reencuentras con la naturaleza. Fué este verano y aunque era un mes en el que temía encontrar mucha gente, no fué así, afortunadamente. Me alojé en Ordino.Me cautivó desde el primer momento. La Iglesia desde dónde ves toda la montaña y el rio ..debajo ..a tus pies,..sólo oyes el correr de sus aguas. Me regaló dos tardes de fina lluvia. Admirar el paisaje de niebla que bajaba poco a poco por las montañas.Respirar ese olor a tierra y pasear por esa calle mayor ya oscureciendo,con el reflejo de la lluvia en el suelo.La collada de Ordino, otra maravilla que te muestra todo el valle. La ruta fué desde Les Escaldes recorriendo el NordOeste del país y la ruta de el Rio Valira. Precioso. Como afortunadamente me queda relativamente cerca, volveré. Gràcias por tu blog.
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