miércoles, 18 de agosto de 2010

22ª Etapa. Astorga – Rabanal del Camino



Del amarillo al verde
20,2 km.


La Maragatería, como os comentaba ayer, es un lugar mágico. Hoy me reafirmo. Son pueblos encantadores con sello de identidad propio a base de lengua, gastronomía, cultura, costumbres, etc. La etapa de hoy marca también un adiós a las planicies de la meseta para encontrarme de nuevo con los bosques de roble, las ondulaciones que se van traduciendo en montañas, el caminar agradable de las etapas más bonitas.
Además se trata de una etapa corta. Podría continuar caminando hasta Foncebadón 5,6 km. más, pero prefiero degustar la etapa, descansar si sobra mucho tiempo en Rabanal del Camino –no importa-, y no forzar la máquina antes de la llegada a montañas más altas. Quiero disfrutar del paso del amarillo al verde; un verde que tanto me gusta y me acompañará ya hasta la meta en Santiago. Y una naturaleza que se me ha atragantado un poco en el desayuno esta mañana al ojear la prensa y ver cómo Córdoba y Murcia están con lluvias torrenciales en pleno agosto, lamentablemente incluso con víctimas mortales, y cómo Galicia arde. Para que luego digan que eso del cambio climático…



Tengo ganas de llegar a Castrillo de Polvazares, así que madrugo como si se tratara de una de las temidas calurosas etapas castellanas. No es problema de distancia, ya que Castrillo de los Polvazares no está lejos de Astorga. Se llega siguiendo el trazado jacobeo prácticamente recto que desde Astorga se dirige a Murias de Rechivaldo y después a ésta población maragata. Al poco de salir de Astorga se pasa junto a la ermita de Eccehomo (Valdeviejas) y enseguida a Murias (iglesia de San Esteban). Es un tramo sencillo y en buena parte con sombra. Si no fuera por la hora dan ganas de parar en el Mesón Casa Flor (albergue) para dar buena cuenta de uno de los cocidos maragatos o sopas del tikiko que tanto anuncia junto a las camas y menús de peregrinos a 5 euros… por cierto que he cumplido con la mantecada del desayuno.



Castrillo de los Polvazares (capilla del Cristo e iglesia parroquial) está tal y como lo recordaba la última vez que estuve por aquí, bello, extremadamente bien cuidado (y restaurado). Es el pueblo elegido como muestra de la arquitectura maragata para los visitantes y a fe que lo consigue aún a riesgo de rozar el “Villar del Río” de Bienvenido Mr. Marshall. Un aparcamiento en la entrada hace que no se pueda transitar por dentro con vehículo; hecho que se agradece profundamente. La estructura del pueblo gira en torno a una calle principal perpendicular a la carretera de acceso, en ligera subida, y a la que dan la mayoría de las casas de piedra y teja con puertas y ventanas de madera pintada de verde. Los diferentes pueblos maragatos varían en el color en el que pintan sus puertas y ventanas. Tradicionales son también los techos de centeno. Castrillo de los Polvazares no es grande, se recorre rápido aún no llevando prisa.

El camino empieza a subir ligera y progresivamente hacia el final de etapa. Antes dejo atrás Santa Catalina de Somoza –la madera de las casonas está pintada de un azul intenso-, El Ganso y finalmente Rabanal del Camino. En la última parte del recorrido los robles hacen definitivamente acto de presencia y la silueta montañosa de la sierra del Teleno va cobrando fuerza en el horizonte por la izquierda.



La entrada a Rabanal del Camino se realiza por la calle Mayor (ermita del Cristo de la Vera Cruz). Es una calle no demasiado ancha, empedrada, con algún restaurante (El Tesín, que también tiene posada, cantina y albergue a 5 €) y albergue Gaucelmo al comienzo y a la que dan algunas pequeñas iglesias (ermita de San José, iglesia de la Asunción). A la izquierda el pueblo es atravesado por la carretera y se localiza la segunda zona de servicios, en la plaza Jerónimo Morán Alonso, con el albergue municipal (4 €) y el albergue del Pilar. También existe el Centro de Turismo Rural La Posada de Gaspar y el hostal El Refugio.

Como suponía he llegado con toda la tarde por delante, así que es hora de relajarse y poner los pies en agua para que se relajen también. Un par de peregrinas ya ha conseguido un pequeño barreño en el albergue municipal para hacer lo mismo. No es que tenga los pies como una rosa, pero las temidas ampollas parece que me están respetando. Creo que como comentaba en algún post anterior son clave los calcetines técnicos y que el calzado está muy domado. Me tumbo apaciblemente en el césped, a la sombra. Buen lugar para escribir en el blog. Las montañas leonesas ya están aquí así que despliego el mapa para escrutar las curvas de nivel. Mañana me espera el alto de Foncebadón. Son 1.490 metros de altitud, pero viniendo del llano espero no se conviertan en el Tourmalet… mañana os cuento. Voy a buscar una palangana...
Ultreia.

2 comentarios:

  1. Ánimo Alfonso, ya lo tienes chupao!!

    Estoy seguro que, aunque no haya comentarios, somos varios los que te seguimos y te leemos con más que sana envidia.

    Un trabajo excelente, en serio. Y nos vendrá de maravilla a los que, quizás algún año de estos, deseemos intentarlo.

    Un abrazo fuerte pa "tu".

    Carlos

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  2. Gracias Carlos. Tanto como chupaoo... 200 y pico kilometrillos de ná!! bueno la verdad es que ya queda menos. Se agradecen enormenmente los ánimos, sobre todo de cara a la subidita de O Cebreiro. saludos desde Ponferrada.

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