lunes, 27 de mayo de 2013

7º Día. El Delta del Nilo. Tocando el Mediterráneo.


Martín Pescador Pío entre papiros
A Alejandría se tarda poco en llegar desde El Cairo (poco más de 200 km.), unas dos horas y media si vamos directamente por el oeste o unas 3 horas si accedemos por Tanta, por el este.

Para recorrer los poco más de 200 kilómetros últimos de esta Gran Ruta por el Valle del Nilo, opto por una tercera alternativa para poder disfrutar de los diferentes paisajes del Delta del gran río africano.

Cigüeñuela con su cría entre cultivos.

Para ello recorro la carretera desde El Cairo hasta Al Mahallah y Damietta (92 km; 3 h. 30 min.) y de Damietta a Alejandría por la costa (por Al Burj; unas 2 h. 30 minutos más). De esta forma se aprecian los diferentes hábitats y paisajes de este gran delta mediterráneo. Más al este queda el canal de Suez, el tajo abierto en el suelo egipcio en 1869 para comunicar el Mare Nostrum (Puerto Saíd) y el Mar Rojo (Suez) cambiando radicalmente la navegación comercial marítima.

 

Los paisajes amarillos y desérticos de etapas pasadas se vuelven verdes, fértiles. La vida y el agua van de la mano y el Delta es un buen escaparate para observarlo. Este vasto humedal es uno de los mayores del planeta. Sus dimensiones son faraónicas, con unos 160 kilómetros de sur a norte (empezando prácticamente en las afueras de El Cairo) y unos 240 kilómetros de anchura. Hoy en día es sorprendente pero lo es más aun si pensamos que antaño su tamaño era mucho mayor y que ha reducido sensiblemente sus dimensiones tras los cambios originados en el ecosistema del delta a partir de la inauguración de la Gran Presa de Asuán.

 
Garcilla bueyera con plumaje nupcial.

El Nilo es el río de la vida. En mayo, las lluvias de la región de los Grandes Lagos africanos y las Tierras Altas de Etiopía propiciaban que entre junio y septiembre, el Nilo sufriera importantes crecidas en su parte egipcia. Al descender de nuevo el nivel, con un mínimo en noviembre, el agua se retiraba dejando una capa de lodo que se traducía en tierras muy fértiles para el desarrollo de cultivos. Las crecidas del Nilo fueron determinantes ya para posibilitar los primeros asentamientos humanos y lo siguieron siendo durante miles de años para el desarrollo de la agricultura. La inundación era una de las tres estaciones en que los egipcios dividían el año.

 
Las zonas cultivadas son un buen lugar para ver garzas reales.

En base al nivel de aguas se estimaba cómo iba a ser el año de cosechas y en función de ello, incluso, se fijaban los impuestos. Medir el nivel de agua del río era indispensable y para ello se construyeron los nilómetros. Su estructura es diferente, desde simples marcas en la roca hasta construcciones escalonadas o circulares. Los tres nilómetros más importantes del país son los de la isla de Roda (El Cairo), la isla Elefantina (Asuán) y Kom Ombo, muy bien conservado. En la isla Elefantina se conservan los restos del templo de Khnum, el dios responsable de las crecidas del Nilo.

 

En la actualidad este ciclo de crecidas ha desaparecido y con él un buen número de especies animales y vegetales. Aún así el Delta posee uno de los mayores índices de biodiversidad egipcia.

 
Imagen aérea del Canal de Suez y su salida al Mediterráneo.

A largo del recorrido por el delta se observan un buen número de especies animales, fundamentalmente aves. Entre las más interesantes citar desde limícolas hasta somormujos lavanco y cuellinegro, zampullines, pelícanos blancos y de espada rosada, martinetes, avetoros, avetorillos, garcilla cangrejera, garcilla bueyera, garceta común, garza real, gran garza blanca, garza imperial, cigüeñas negras, moritos, espátulas, calamones, flamencos grandes y un buen número de anátidas y rapaces. También las tres especies de martín pescador que existen en el país (común, pío, y el alción de Esmirna, que si bien es propia del sur de Asia, parece que cuenta con alguna población que cría en el delta.). Estas aves se pueden observar en las diferentes lagunas interiores del delta. En la línea de costa, a lo largo de la segunda parte del recorrido hasta Alejandría, se pueden encontrar pardelas mediterráneas y un buen número de láridos.

 
Gran garza blanca.

El Delta del Nilo pone el punto y final a este espectacular recorrido de 7 días por el valle del Nilo. Tengo pendiente una ruta por los oasis egipcios y por otro de los puntos calientes de la migración, la península del Sinaí. Es otro Egipto, el que no depende del Nilo. En una próxima ocasión que espero no sea lejana.

martes, 7 de mayo de 2013

6º Día. El Cairo, el desierto al borde de la ciudad

Pirámides de Giza desde el mirador de la meseta.


Hace años que no se realizan cruceros fluviales desde Luxor a El Cairo. Los barcos turísticos se limitan a realizar la travesía habitual entre Asuán y Luxor, la que yo he hecho para llegar a la antigua Tebas, o navegar por el gran lago Nasser. He llegado a El Cairo en avión, en uno de los varios vuelos diarios que comunican la capital egipcia con Luxor. Es un vuelo cómodo. El Cairo nada tiene que ver con Luxor. La mayor ciudad de África es un bullicio constante, un ir y venir alocado de coches desvencijados y conductores que de forma permanente llevan una mano en el volante y otra en el claxon. Es un caos organizado (que no es fácil…).

 
Pirámide de Saqqara, en una entorno más desértico.

En El Cairo he estado varias veces y siempre me transmite lo mismo, aunque es cierto que cada vez descubro más cosas agradables y rincones sorprendentes. Ya se sabe que El Cairo turístico se identifica con la Ciudadela de Saladino, el zoco, el Barrio Copto, el Museo Egipcio, Nilo y sobre todo, las pirámides de Giza; pero El Cairo es mucho más que eso, en la propia ciudad y en los alrededores (Menfis y Saqqara por ejemplo).

 


En esta ocasión lo que quiero mostraros de la ciudad es la proximidad del desierto. Demasiado próximo diría yo. Y eso no es malo siempre y cuando no se deba al crecimiento del asfalto y el hormigón, pero me temo que con 16-18 millones de habitantes no tardará mucho en convertir las inmediaciones de la meseta de Giza en una suerte de yacimiento arqueológico al estilo de los templos de Luxor o Karnak, totalmente rodeados de urbe. El desierto de Giza y sus pirámides en la parte oriental está al borde de la ciudad. Para quienes visitan por primera vez las pirámides esto es quizá lo que más les sorprende. Aún así, son magníficas. Y no son las únicas.

Las necrópolis de Giza, Saqqara y Dahsur, en los alrededores de El Cairo, albergan el mayor conjunto de pirámides del Antiguo Egipto. También el mejor conservado.

Si queréis ver desierto mejor incluso estas dos últimas necrópolis, pero no esperéis un desierto de dunas sino de piedra ya arena. La arena está más presente en Saqqara.

 

Abundan los modelos fotográficos a cambio de propina.
 
Volviendo a las célebres pirámides… En las estribaciones orientales del Desierto de Libia se encuentra la meseta de Giza, una gran explanada nivelada por el hombre de 1,5 kilómetros de norte a sur por 2 kilómetros de este a oeste y situada a 40 metros sobre el nivel del Nilo, donde se instaló la más famosa necrópolis del mundo. En la necrópolis de Giza se encuentran las pirámides de Keops, Kefrén, Micerinos y la Gran Esfinge, rodeadas por las pirámides y mastabas de las esposas de los faraones y con templos, embarcaciones funerarias y restos de muros sagrados.

La mejor panorámica de conjunto la vais a obtener desde el mirador emplazado en la parte alta de la meseta. En el valle de la Esfinge podéis disfrutar al atardecer de un paseo en dromedario por la meseta, una experiencia siempre recomendable.

 

 
A pesar de lo comentado aún se respira ese ambiente desértico de lo que algún día fue una extensión de horizonte sin tanta construcción humana. Más desierto en definitiva. Pero no olvidéis que hace mucho tiempo, como comentaba en la anterior etapa de esta Gran Ruta, esto, todo esto, era un vergel.

miércoles, 24 de abril de 2013

5º Día. Luxor y el Nilo. Amarillo y verde


La Corniche de Luxor es el mejor mirador para pareciar el contraste de la orilla izqda. 

Hace miles de años el norte de África era un vergel. El verde era el color dominante y el agua fluía por doquier. Cocodrilos, jirafas, rinocerontes, avestruces y leones deambulaban por su hábitat natural. Así lo atestiguan pinturas rupestres encontradas en zonas como Tassili (Argelia) o Jilf al Kabir (Egipto).

 

Hace unos 7.000 años, aproximadamente en el 5.000 a.C, un gran cambio climático propició un ambiente más seco y árido que ha ido modelando progresivamente el paisaje que hoy vemos. Se pasaba del verde de la vegetación al amarillo del desierto. Buscando zonas más húmedas el hombre realizó un movimiento migratorio hacia el noreste para asentarse en el valle del Nilo. Un río de generoso caudal y con las crecidas necesarias para el desarrollo de la agricultura. Así llegaron sobre el 4.000 a.C los primeros pobladores, que se asentaron en el Bajo Egipto desarrollando la agricultura y la ganadería. Otras teorías apuntan a que estos primeros asentamientos en la zona del Delta procedían de un movimiento migratorio de la civilización sumeria, emplazada en Mesopotamia (en el actual Irak), hacia el oeste.

 

Anfiteatro rocoso del Valle de los Reyes.
 
Cae la tarde en Luxor...


Luxor, la antigua ciudad de Tebas, es la ciudad que concentra el mayor número de lugares arqueológicos y patrimonio vinculado a la época faraónica y es también uno de los mejores enclaves para apreciar el fuerte contraste entre los paisajes influenciados por la presencia de la gran masa de agua del Nilo y los terrenos inmediatamente detrás de esa primera línea de ribera. O lo que es lo mismo, uno de los mejores enclaves para observar el fuerte contraste entre el verde y el amarillo.

 
Cultivos y al fondo el Ramesseum.


El verde lo ponen en la orilla carrizos (menos que en otras partes) y sobre todo, papiros y palmeras, además de los cultivos. El terreno horizontal favorece el desarrollo de cultivos y este es el motivo por el que la franja verde se adentra unos pocos kilómetros orilla adentro. Especialmente en la orilla contraria a la que se asientan Luxor y Karnak, es decir, en la Tebas de los Muertos (las mejores fotos se obtienen desde La Corniche de Luxor). Allí el verde llega prácticamente hasta el Ramesseum, los colosos de Memnón y Deir el-Bahari (templo de Hatchepsut).
 
Templo de Hatchepsut en las paredes rocosas de Deir el-Bahari.
 
 
La horizontalidad se ve interrumpida de forma brusca por las elevaciones montañosas de aspecto árido y abrupto que forman la cadena montañosa de Deir el-Bahari. Buen lugar para ver halcones y cernícalos. Al otro lado de esas montañas se extiende el oasis de Kharga. Son colinas que superan los 400 metros de altitud y que esconden gargantas y barrancos ásperos, de gran insolación, en los que el calor es extremo en las horas centrales del día. En una ocasión llegué a estar en el mes de agosto por encima de los 50º C en el Valle de los Reyes. Suerte que as visitas turísticas se realizan con la salida y la puesta de sol…


La presente Gran Ruta fue magníficamente organizada por la agencia especializada Tawy Tours.

lunes, 8 de abril de 2013

4º día. Kom Ombo-Edfu-Esna-Luxor. La avifauna del Nilo

Gran garza blanca.
 

Hay que reconocer no sólo que los cruceros del Nilo son la mejor forma de disfrutar del gran río africano entre Asuán y Luxor, sino que el barco se ha revelado como una de las maneras idóneas de realizar recorridos de ecotouring. Te permiten no tener que estar pendiente de todo lo relacionado con la conducción y poder sacar el máximo partido a las observaciones de campo durante un trayecto. Posibilitan tener las dos manos libres para ocuparlas con prismáticos, libreta de notas, guía de campo… Esta es la última etapa del crucero por el Valle del Nilo, pero no será la última vez que me suba a un barco para realizar una gran ruta. Desde la cubierta de un barco os mostré el recorrido por el paraíso terrenal de las islas Seychelles o las islas Galápagos y, como digo, no será la última.

 
 
 


Después del contacto con cocodrilos que nadaban en las aguas del Nilo de hace miles de años y que han llegado a nuestros días momificados cual faraones, el relevo animal lo toman las aves.

En el pasado post daba cuenta de las diferentes embarcaciones que surcan el río y las ventajas de hacerlo en una u otra. De nuevo vienen a colación en el post de hoy, más si cabe en esta cuarta jornada de ruta, cuando los paisajes y la “estrechez” del río en algunos puntos se hacen más notable. Es el día que recuerdo en el que diferentes especies de garzas y garcetas y garcillas volaban más cerca del barco. Apostado en la sombra de la cubierta me frotaba las manos cada vez que veía posada alguna en el algún punto de la orilla junto al que el barco se aproximaba. También se observan con cercanía las pollas de agua entre los carrizos.

 
Garcilla cangrejera y garceta común.

 


En este día de navegación se pasa (y se visita) el templo de Edfu, el templo mejor conservado de Egipto, ahí es nada. El templo está erigido al dios Horus y su representación como halcón protagoniza la visita.

Tras Edfu se llega a la esclusa de Esna, que fue construida para salvar los 10 metros de desnivel que el río presentaba en este punto a base de rápidos y pequeños saltos. Actualmente un sistema de esclusas permite a los barcos salvar el desnivel y continuar navegación por el río, en mi caso corriente abajo, hacia Luxor.

La orilla presenta el tramo más verde del recorrido. Abundan los papiros, carrizos y abundan también las plantaciones. Me llamó la atención la abundancia de cultivos de plataneras.

Horus en el templo de edfu.

 

Al llegar a Luxor las necesidades de la población han querido que las huertas y otros cultivos dominen las orillas, especialmente la orilla derecha, y recorten el cielo las siluetas de un buen número de palmeras. El paisaje también cambia. La monotonía de lo horizontal se rompe ahora con las abruptas laderas de las montañas que encierran joyas arqueológicas como Deir el Bahari o el Valle de los Reyes en la Tebas de los Muertos. El barco atraca en la orilla opuesta, en el enorme muelle de Luxor. Yo, por si acaso, me quedo de momento en la Tebas de los Vivos, pero mañana visitaré las dos.