Por fin llegó el momento. El esperado y ansiado momento de la partida. A lo largo de estos meses anteriores os he ido contando mi planificación, las etapas, mi equipaje… incluso también anécdotas, datos curiosos sobre el Camino de Santiago, etc. pero ahora llega el momento de la verdad.
Aunque como sabéis no es la primera ocasión en la que realizo el Camino, es inevitable un cierto nerviosismo cada vez que se emprende una nueva aventura. Y ésta sin duda lo es. Con mente y pies preparados, los nervios suelen desaparecer en el pistoletazo de salida.
El domingo salgo hacia Roncesvalles y Saint-Jean-Pied-de-Port para iniciar la singladura Jacobea que me llevará (esperemos…) a la catedral de Santiago de Compostela. En los próximos días os iré contando siempre que pueda conectarme (remedios llevo para ello) cada etapa; las vivencias, anécdotas y esa información práctica de alojamientos, restaurantes, consejos “a pie de campo”, etc. a la que me refería en el post del 14 de abril, cuando comenzaba a forjar la idea y su planificación. Y de paso a redimir algunos pecados (pocos) y a consumar algunas promesas (muchas). Entretanto conoceré otros peregrinos, haré amigos (dicen que los que se hacen en la ruta son para toda la vida) y sobretodo repetiré el saludo que más suena en esos casi 800 kilómetros de la vía francesa a Santiago: ¡Buen Camino!, una frase que añoraba repetir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario