lunes, 29 de noviembre de 2010

3º Día. Alta-Kautokeino. Viaje al interior de Finnmark



Alta-Kautokeino: 131 km.

Hoy es el primer día de conducción seria hacia el interior de Finnmark. Algo más de 130 kilómetros sobre la nieve y el hielo. Ya sabíamos que Laponia es terreno poco habitado y es complicado cruzarse con alguien. Hoy tendríamos ocasión de comprobarlo.


En el invierno nada queda del asfalto, sólo una considerable capa de hielo y nieve. El mantenimiento invernal es imposible, como es lógico, así que sólo resta extremar la pericia al volante y seguir los consejos una y otra vez repetidos de no tocar el freno. Mucho menos de forma brusca. Las ruedas en estos países están bien preparadas con clavos (nada de cadenas) así que si la velocidad no es elevada, la conducción no debe resultar peligrosa… poco a poco nos fuimos adentrando en la inmensidad del blanco.






A lo lejos, en una región de meteorología tan variable, se intuía una tormenta que pronto se nos echó encima. Más emoción si cabe. La velocidad por la “carretera” no podía ser más baja pues como podéis comprobar en las fotos, aquí cuando nieva, nieva.


No tuvimos más remedio que detenernos y esperar. Suerte que encontramos en una pequeña localidad un sitio más agradable que el interior del coche para esperar a que pasara la tormenta. En las paredes de nuestro “refugio” unas preciosas fotos antiguas de samis en papel blanco y negro y en papel sepia dejaban claro lo duro que era (y es) la vida en esta remota región.

 La tormenta pasó. Y tras ella el sol volvió a brillar. No había tiempo que perder antes de que se avecinara una nueva y nos pillara en medio de la nada, sin la suerte de un refugio. Tuvimos fortuna, pues la ventisca no apareció más ese día.






Antes de llegar a Kautokeino se deja a la izquierda la carretera hacia Karasjok. A ese desvío volveremos mañana pero hoy lo dejamos atrás para dirigirnos al pueblo de Kautokeino. Antes, sin embargo, tenemos una parada prevista para conocer la cultura Ássebákti y dar un paseo por los bosques. Era también el primer contacto con las raquetas de nieve. La entrada a este bosque se encuentra junto a la carretera, al pie de un pequeño refugio de madera, así que es fácil de localizar. Una serie de carteles interpretativos facilitan entender lo que estamos viendo a lo largo del paseo. Flora, fauna, cultura… y mucho aire puro. Una maravilla.

 De regreso al coche concluimos la etapa en Kautokeino, una pequeña población de 2.900 habitantes. Estamos en pleno mundo sami. En Kautokeino el 85% de la población tiene el sami como lengua materna y es frecuente caminar por sus calles cruzándonos con ellos vestidos con sus trajes tradicionales azules y rojos. El detalle y ornamentación de la ropa es una maravilla. Como también lo es tener la sensación de estar, ahora si, inmiscuidos de lleno en Laponia.








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