jueves, 7 de octubre de 2010

2ª Etapa: Guayaraca – El Peñón.


Tras los empinados pasos de King Kong.
6-8 horas



El campamento Guayaraca amaece envuelto en una densa niebla. La humedad reinante lo empapa todo y el frío penetra en los huesos.
Los buenos días nos los da una boa enrollada en la base del árbol frente al que hemos colocado la tienda. Suerte que la niebla no la tiene muy activa. Reina del camuflaje, imposible de detectar si no fuera porque estaba junto a las botas de uno de los expedicionarios…


 

La etapa de hoy se antoja dura, muy dura. No nos engañemos, con 1.000 metros de empinadísimo desnivel entre selva y barro, la cosa de antemano asusta. Sólo viendo la verticalidad de la ladera entre la primera y segunda terrazas que muestra la foto, el lector puede hacerse a la idea.






Es, sin embargo, un recorrido de gran interés botánico, con diversas especies de orquídeas, bromelias y otra gran cantidad de epífitas que colonizan la densa selva tropical que domina la etapa. Las nieblas y el barro son una constante hasta llegar a la segunda terraza, llamada por los pemones Danto. Por delante tenemos de inicio unos 15 minutos de llano y sin vegetación por la primera terraza hasta la entrada en la selva. Van bien para desentumecer músculos y entrar en calor. A partir de ahí el sendero mira al cielo sin tregua y con inusitada verticalidad. El barro se encarga además de retroceder dos pasos cada vez que se da uno. Agotador y muy duro.


Acompañan nuestra subida las preciosas mariposas Morpho y la presencia de las no tan amigables serpientes de coral. Me viene a la cabeza la alusión a los ofidios en la novela de Arthur Conan Doyle “El Mundo Perdido”.


 La senda sube casi 3 horas sin descanso por la selva antes de salir a terreno ligeramente abierto, en el que por unos metros la vegetación arbórea selvática da paso a una selva de matorrales. La vegetación se abre lo suficiente para dejarnos ver con claridad los empinados escalones que tenemos por delante. Seguramente sea mejor no verlos. Caminamos en una fila india muy rota sin duda por el cansancio. Las siluetas de los expedicionarios que me preceden, unos puntos diminutos en la verticalidad de la ladera, deja claro una cosa. Sigue tocando sufrir…






Se trata de los conocidos como King Kong stairs –escaleras de King Kong- por la separación entre uno y otro peldaño (los peldaños no son más que socavones en el barro). Tras superarlos se accede por terreno más amigable a un abrigo natural conocido como El Peñón bajo el que guarecerse para pasar la noche y reposar las 6 horas de marcha. Los senderistas vamos llegando con cuenta gotas, agotados, pero sin duda con caras de rabiosa felicidad. El hueco bajo esta gran laja de piedra parece haberse medido al milímetro y todos los expedicionarios logramos dormir bajo techo. 


Mañana es el gran día y haremos cumbre en el Auyán – Tepui. Un sueño.








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