martes, 5 de octubre de 2010

1ª Etapa. Uruyén - Guayaraca



Bienvenida al Paraíso
3-4 horas

Después de enlazar el vuelo internacional desde Madrid a Caracas con el doméstico que conduce a Puerto Ordaz, donde llegamos por la noche con tiempo para descansar, estamos ya en el avión de hélices que nos transporta directamente a Uruyén, el campamento base desde el que si inician los trekkings al Auyán-Tepui. Es primera hora de la mañana y el paisaje por la ventanilla del avión se torna sublime a pasos agigantados. El verde, en sus diferentes tonalidades, lo inunda todo.
Cerca de Uruyén se encuentran las grutas de Kavac, otro de los grandes atractivos de la Gran Sabana pero lamentablemente habré de dejarlo para otra ocasión.
En Uruyén aguardan los guías y algunos porteadores. En ambos casos se trata de indígenas Pemones, etnia autóctona a la que pertenecen los Arekuna, Taurepán y Kamaracoto.






El cansancio por el cambio horario y los nervios de la noche anterior parece desaparecer súbitamente cuando descendemos de la escalerilla del avión. Un calor sofocante nos da la bienvenida junto a las cabañas del Campamento “Exc. Yurwan” en Uruyén, el mismo que sirviera el siglo pasado de campamento base a Jimmy Angel en sus incursiones para sobrevolar el Auyán aprovechando la pista de aterrizaje en terreno llano y no inundable.




La mole del Auyán-Tepui conforma un telón de fondo de primer orden. No en vano se trata del tepui de mayor tamaño de cuantos existen en el parque nacional. No el más alto (2.450 m.), pero si el mayor con 700 kilómetros cuadrados de cima. Si habéis leído bien. El equivalente a algo así como la mitad de la provincia de Guipúzcoa, por poner un ejemplo.


Es casi mediodía y el sol golpea con fuerza en las praderas herbáceas de la Gran Sabana. Sin tiempo que perder comenzamos la primera etapa de esta ruta a pie a lo largo de 6 días para cubrir la ascensión y posterior descenso al Auyán -Tepui. Sin saberlo todavía, iba a realizar el trekking más apasionante que había hecho hasta la fecha. Puede que también de los que he hecho después, al menos uno de los que más me han impactado y cautivado.






Iniciamos la ruta en Uruyén -o bien en Kavac, si queremos añadir un par de horas a la jornada senderista-. En nuestro caso, es Uruyén el punto de partida. Estamos en el sureste del macizo del Auyán.
El camino se abre paso sin apenas desnivel hacia la mole siempre presente del Auyán-Tepui por el llano herbáceo salvando los ríos Okono, Uruyén y Hokoine antes de comenzar la subida hasta la primera terraza del Auyán. No hay puentes ni pasarelas así que toca descalzarse para vadearlos. Es el primer contacto con la subida y dura 1 hora y media. Lo más duro es la exposición al sol en un terreno despejado de vegetación. Sol y desnivel positivo, una mezcla explosiva si tenemos en cuenta que no hay toma de contacto previa.




Una vez arriba la terraza vuelve a aportar terreno horizontal, dominado ahora por bosque tropical. Se llega así al campamento Guayaraca, donde es preciso pasar la noche. El campamento se encuentra en la primera de las tres terrazas o enzitomas del tepui. El ritmo de subida no ha sido malo, pero he de confesar que se hizo más duro de lo previsto por la fuerte insolación. A alguno le costó lo suyo y hubo de emplear alguna hora más de las 3 que se suele tardar. No hay prisa. Os recomiendo subir a vuestro ritmo e ir descansando en las pocas sombras que ofrece el sendero durante la etapa. Sentarse a contemplar la inmensidad del paisaje no tiene precio. Las empresas locales tienen catalogado el trekking del Auyán-tepui como el más duro de cuantos se realizan en el parque nacional.


A Guayaraca la gente va llegando en pequeños grupitos. Yo llego más o menos por la mitad. Me gusta dejarme caer hacia la cola y volver a recuperar a lo largo del trayecto con el fin de ir tomando fotos a todos. Ese esfuerzo extra lo pago cayendo rápido en el saco de dormir.
Antes, los primeros en llegar ya han ido colocando las tiendas pues, aunque Guayaraca posee un par de cabañas en las que guarecerse, el tamaño del grupo las convierte a todas luces en insuficientes. Hay nervios, "mañana es el día más duro" nos han comentado los guías. La cena por tanto no sabe de sobremesas y los expedicionarios no tardan en ir ocupando sus tiendas.




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