El siguiente día de safari en el parque nacional Bandhavgarh
fue magnífico también. En esta ocasión no hubo suerte con el avistamiento del
tigre pero si grandes encuentros con la fauna herbívora y alada, y la emoción
de dar con el rastro de un leopardo. También una pareja de osos bezudos, que se
me escaparon por un pelo…
Abejaruco verde menor |
Con la mente repleta de imágenes atigradas de la inolvidable
jornada anterior, desperté en la habitación dispuesto a un nuevo safari en el
parque. Como es habitual, nos juntamos en la recepción del lodge para tomar un
café y unas pastas antes de iniciar el safari, todavía de noche. Tras la parada en la oficina del parque y
recoger al ranger oficial que nos acompañaría este día, otra vez presentación
de documentación en la puerta del parque
y al abrirse la barrera, el corazón de nuevo a mil, los ojos bien abiertos y los
oídos bien atentos al sonido de la selva.
El moteado blanco de los chitales cobra sentido para camuflajes como el de este macho |
Las primeras luces de la mañana son las idóneas para dar con
el rastro de los felinos. Para realizar esperas acústicas aguardando las “Alarm Call” que denoten la presencia de tigre. No hubo suerte esta vez. Si vimos sus
excrementos, marcas en el tronco de un
árbol y las huellas de un leopardo. El rastro del leopardo era fresco, muy
reciente, pero la densidad del follaje
impidió dar con él. Así seguimos recorriendo las pistas y caminos del parque,
con la esperanza de que, en la próxima curva, apareciera andando por el camino algún
tigre o leopardo de regreso a la “cama”. A estos felinos les gusta salir a los
caminos para avanzar más cómodamente.
El pavo real es el ave nacional de India |
Hubo como siempre muchos chitales, sambares, antílopes nilgai,
muntjaks, ardillas, mangostas e infinidad de aves. Definitivamente India, con
1.400 especies de aves, es un paraíso para el birdwatching. Cada vez me gusta
más como destino para la observación de aves.
Huellas de leopardo.. |
Ardillas de cinco bandas |
Tuvimos tiempo para ver el rastro de los puercoespines, que
se aprecia perfectamente en la corteza mordida de la base de los árboles de la
que obtienen el calcio para sus púas.
Regresamos al lodge para desayunar copiosamente y disfrutar
del descanso en la piscina hasta la hora de comer. Tras el almuerzo, de nuevo
salida para el safari de tarde, en el mismo sector de la mañana. Volvió a resistirse
el tigre, pero la tarde tuvo su dosis de adrenalina con la observación (o mejor
dicho casi observación) de un par de osos bezudos. Ver a Baloo (el mejor amigo
de Mowgli) siempre tiene su gracia y su complicación, pues un animal difícil de
localizar. Allí estaban los dos osos, a unos 40-50 metros de la margen derecha
de la pista, avanzando en paralelo al camino pero muy tapados por la densidad
arbustiva. A juzgar por la cara de satisfacción de los ocupantes del vehículo
parado justo delante, las imágenes debían de ser fantásticas. No paraban de
sonar los disparos de las cámaras fotográficas. A pesar de sus indicaciones el
ángulo de visión desde nuestro coche no permitía dar con el pelaje oscuro de
los osos entre las ramas. La pena es que cuando llegó nuestro turno para otear
el horizonte, justo desaparecieron entre la vegetación. Así son los safaris; fantásticos,
emocionantes pero siempre se necesita algo de fortuna. Pude comprobarlo un par
de días después en Kanha con unos perros salvajes. Esta vez la fortuna si nos
sonrió, ¡!y de qué manera!! Pero no quiero adelantarme primero hay que cambiar de parque y llegar a Kanha, y
eso será en el próximo post…
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