martes, 4 de marzo de 2014

1ª etapa: Ciudad del Cabo - Cabo de Buena Esperanza - Hermanus

Cima de la Montaña de la Mesa


Es muy difícil volver a comenzar alguna Gran Ruta en un lugar tan fascinante como Ciudad del Cabo. A mi gusto, la ciudad más bella del planeta. La conocí hará ahora unos 10 años y me enamoró desde que puse un pie en ella. Bueno incluso antes, cuando desde el avión se tiene el primer contacto visual sobre la urbe del extremo sur de África y el entorno en el cual se ubica.
Como descubriré a lo largo de  este gran recorrido africano, Ciudad del Cabo es el origen de los asentamientos foráneos en el continente. Aquí fundaron los holandeses el castillo de Buen Esperanza en 1647 para defender el estratégico enclave que decidieron abrir para aprovisionar a las expediciones marítimas antes de doblar el Cabo de Buena Esperanza en la Ruta hacia las Indias Orientales. Algo más de un siglo antes los portugueses ya habían abierto la ruta.

Subiendo hacia el faro del Cabo de Buena Esperanza


Ciudad del Cabo
La primera visita obligada en Ciudad del Cabo es la propia ciudad, con su castillo, su barrio histórico y el muelle-paseo (waterfront), donde se agolpan las tiendas comerciales alrededor de la Torre del Reloj y los hoteles de lujo. La siguiente visita obligada es el parque nacional de la Montaña de la Mesa, la gran montaña de cima plana que emerge tras los edificios de Ciudad del Cabo y forman parte de una imagen ya inseparable del rincón urbano más bello de África. A la Montaña de la Mesa se sube fácilmente (si las condiciones climatológicas lo permiten) en el funicular que deja a los visitantes en la cima rocosa, sobre los 1.000 metros de altitud. Una serie de miradores se encargan de que las cámaras fotográficas no cesen de disparar. Un paseo por la cima también supone el primer contacto con la rara y exclusiva vegetación de la Región Floral del Cabo, aunque la mejor muestra la hallamos en la falda este de la ladera, en el Jardín Botánico Nacional Kirstenbosch.

Colonia de Lobos marinos de Isla Duiker, en Houte Bay.


Por el asfalto de la M3 y la M4 comienza el verdadero recorrido de la Gran Ruta de ecotouring por El Cabo y la Ruta Jardín. La carretera M4 se dirige directamente por la costa hacia la península del Cabo donde se encuentra el enclave costero más famoso del continente: el Cabo de Buena Esperanza. No abandonamos el parque nacional Montaña de la Mesa, pero nos dirigimos a su sector meridional.
Dejo atrás el imponente paso del pico Chapman’s y tras dar vista a la espectacular playa salvaje de Noordhoek y la laguna Tidal, una primera parada la hago en Hout Bay, donde os recomiendo tomar la embarcación que realiza periódicamente los tours fotográficos (aprox. 1 h.; hay varias empresas) hasta la isla Duiker. Esta pequeña isla rocosa está literalmente “tapizada” de leones marinos. La barca se acerca prudentemente hasta corta distancia para ver y fotografiar los cientos de lobos marinos que nadan y toman el sol en la conocida popularmente como isla de las focas. También es zona frecuentada por los tiburones blancos en busca de su alimento favorito.

Avestruz en el Cabo

Cabo de Buena Esperanza
De regreso a tierra firme mi siguiente parada es, cómo no, el Cabo de Buena Esperanza. Es una zona muy turística y bien acondicionada con restaurante, tiendas y funicular que sube hasta el faro nuevo. Antes me asomo al entorno de la playa Días, en un entorno mucho más natural y sin construcciones. Podemos observar aquí bandos de avestruces junto al mar, los primeros bontebok, elands, hartebeest rojos, babuinos chacma o las cebras del Cabo.
La playa lleva el nombre del primer marino que dobló el Cabo de Buena Esperanza o cabo de las Tormentas, que no fue otro que el portugués Bartolomeu Dias en 1487.

Cabo de Buena Esperanza
Aves marinas junto a la Playa Dias.


Pero sin duda una de las joyas naturales del Cabo es la flora. Un catálogo botánico único el que crece en la Región Floral del Cabo. La Región Floral del Cabo es uno de lo siete Reinos Florales del planeta, con casi 9.000 especies de plantas de las cuales el 70% son endémicas. Está compuesto por las formaciones florales del fynbos (de montaña y costero) y el renosterveld (también de montaña y costero). El más importante es el fynbos que contiene 7.500 de las 9.000 especies vegetales del Cabo un “matorral fino” compuesto por especies de la familia de las proteas (la protea es la flor nacional de Sudáfrica), los brezos y los restios.

Región Floral del Cabo.

Os recomiendo subir hasta el faro, desde donde se aprecia la punta del famoso Cabo de Buena Esperanza y el faro viejo. Podréis ver pasar multitud de aves marinas y, en temporada, las ballenas.

Los pingüinos de Simon’s Town
De regreso a la M4 pongo rumbo a la pequeña localidad de Simon’s Town, donde se encuentra la playa Boulders, célebre por albergar la colonia de pingüino magallánico. Una serie de pasarelas de madera permite caminar sin molestar a los cientos de pingüinos que la forman a partir de una pareja que llegó a la zona en 1983.
Playa Boulders en Simon's Town.


Por un paisaje de ensueño y siempre al borde del mar, la carretera bordea completamente la Bahía Falsa (False Bay) por la M44 para llegar a la preciosa y apacible localidad de Hermanus, en la vecina bahía Walker. En Hermanus aguardan dos de las experiencias en la naturaleza más impactantes que ofrece el continente africano, pero eso será en el próximo post.

Pingüinos magallánicos

Es imposible comentar todo lo que ofrece Ciudad del Cabo y la península del Cabo en un post, por eso si te interesa el tema o quieres profundizar más, te dejo el enlace de mi guía de Safaris Fotográficos de Sudáfrica, editada en febrero 2014. 

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