Invernales de Cabao |
Km: 23 kilómetros
6-8 h.
La etapa de hoy es una de las más bellas del recorrido. Transcurre
acompañando al río Duje que marca la
separación entre el macizo oriental o de Andara y el macizo central o de los
Urrieles. Dos de los tres macizos de Picos. El río Cares separa el central y el
occidental o del Cornión. Por lo que respecta a los extremos, otros cursos
fluviales importantes marcan el límite por el este y oeste del conjunto
montañoso de Picos de Europa. Son el Deva y el Sella respectivamente.
La etapa de hoy ofrece la primera de las variantes de la Gran Ruta
Panorámica. Es la que he bautizado Variante Cantabria y desde Sotres se dirige al mismo punto donde finalizaré yo hoy
pero después de 5 días de bello caminar por tierras cántabras, con Potes,
Mogrovejo, balcón de Pilatos y macizo oriental incluidos.
Desde Tielve los primeros
pasos se encaminan por la carretera (sin mucho tráfico) hacia Sotres. Enseguida encontramos el
estupendo camino (PR) por la montaña (más o menos paralelo al asfalto pero unos
metros por encima) hasta el pueblo de Sotres. Si decidimos optar por la
variante Cantabria, una vez en Sotres nuestra referencia es Tresviso. Si no nos
decantamos por ampliar cinco días la ruta, en Sotres hemos de descender por
buen sendero hasta las invernales de Cabao, junto al asfalto de la carretera
que sube viene de Tielve.
Las invernales, a algo más de 6 kilómetros de
Tielve, son un puñado de majadas bien conservadas que se sitúan al pie del
famoso collado Pandébano, una de las entradas naturales al corazón del macizo
central y parajes como Bulnes por ejemplo.
El camino no ofrece pérdida posible. Se trata de una pista ancha y de
buen firme que va ascendiendo progresivamente remontando el valle por el que
fluye el río Duje. Un Paisaje agreste, desnudo. Prados y roca cuya bella
monotonía es rota sólo por la tierra de la pista hacia Áliva y Espinama.
La pista va progresando con un desnivel mantenido pero no fuerte
dejando a la izquierda las moles calcáreas de Andara (con los 2.444 m . de la Morra de
Lechugales como máximo exponente) y las cumbres más elevadas del macizo central
escapando a la vista a la derecha.
Un par de kilómetros más arriba de Cabao se pasa junto a otras
majadas, las que componen las invernales
del Toro (o de Sotres). Estas casas de piedra y teja se encuentran en la
confluencia con el valle de las Moñetas.
Cuando el valle del Duje comienza a abrirse encontramos una
bifurcación de la pista, a la derecha nos lleva directamente pasando por las
minas de Áliva (buena zona para ver rebecos), donde hasta los años noventa se
realizaba actividad, hacia el Chalet Real, el hotel de Áliva y la estación
superior del teleférico de Fuente Dé. Sigo de frente en dirección a Espinama
por los puertos de Áliva. Antes dejo a la derecha la curiosa ermita de la
Santuca de Aliva. Sola en un escenario magnífico de alta montaña. La elección
de este camino no me priva de las envidiables panorámicas del chalet real con
el telón de fondo de Peña Vieja (2613
m . de altitud), una de las cumbres más altas de Picos.
La niebla, tan frecuente en estos parajes, le da el toque mágico al conjunto.
El final de la subida se adivina ya muy cercano. Un poco antes se une
por la izquierda el camino que viene del precioso e histórico pueblo de
Mogrovejo (conjunto histórico-artístico) y por el que deberían aparecer mis
piernas cinco días después en el caso de tomar la Variante Cantabria.
Llego al collado en el que de pronto se abre la vista hacia el valle
lebaniego Valdebaro, con las casas de la majada de las Llavias junto a la
pista. Llama la atención las laderas cubiertas de bosque, inusual hasta el
momento en la ruta.
La pista baja con celeridad y buen firme hacia Espinama pero en mi
caso me adentro en el bosque a través de uno de los senderos señalizados hace
poco por el parque nacional, el que conduce directamente hasta Fuente Dé.
Antiguamente lo habitual era bajar a Espinama y subir por la carretera los 3
últimos kilómetros hasta Fuente Dé.
Este sendero (bien señalizado) permite hacerlo de forma más natural, corta y en
contacto directo con el bosque.
El final no puede ser más espectacular, al pie del anfiteatro rocoso
de Fuente Dé. Un paredón de casi 1.000 metros cuya verticalidad me empañaba en
parte la niebla aquel día pero que he tenido la fortuna de ver despejado tantas
y tantas veces. A la mañana siguiente, sin ri más lejos. Una de las postales
por excelencia de Picos de Europa y probablemente el lugar más fotografiado de
las montañas cántabras. Con 23 kilómetros en las piernas y un final así, no
puedo descansar mejor.
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