lunes, 27 de junio de 2011

El camino del Pastor, prados xerófilos

Las bordas son parte importante de este recorrido por Sant Julià.

El camino del Pastor es una de las propuestas ecoturísticas de la parroquia de Sant Julià de Lòria. Como también lo es el camino del Leñador, objeto del primero de mis días en esta parte de Andorra, el camino del Trigo o el camino del Maestro de Obras. Son las cuatro rutas que esta parroquia ofrece guiadas por su naturaleza. Tras conocer el mayor bosque de pino albar, mi mente y mis piernas se encaminan hoy hacia el camino del Pastor por moverse en ambientes y constituir hábitats diferentes a La Rabassa, cambiando la masa cerrada de pinos por prados abiertos con matorral. De nuevo de marcada influencia mediterránea tanto en flora como en fauna sobre un sustrato calcáreas. La ruta sale de la parte alta del pueblo de Certés, por la pista que sube al Collet de Costaseda (1.627 m. altitud), desde donde se disfrutan unas aéreas vistas de las parroquias vecinas, en especial Andorra la Vella y el valle de Enclar, al que me dirigiré mañana. Con este recorrido, y la zona por la transita, queda completado también el ocho en su esquina nororiental.

Águila Culebrera en su forma de garganta oscura.


La ladera por la que la pista asciende suavemente tiene orientación de solana, algo que queda evidenciado por la mayor presencia de encinas y enebros, además de multitud de flores y matorrales mediterráneos, como tendré ocasión de ir comprobando más tarde. El inicio de la ruta no tiene pérdida, al final del asfalto de Certés. Un paso canadiense (WP.GR.4.5) y unas balizas del GR-7, sendero de Gran Recorrido que sirve de trazado al Camí del Pastor, son la referencia. La pista va subiendo de forma suave, adaptándose a la orografía de la ladera y pasa junto a algunas bordas y construcciones vinculadas a dos actividades tan tradicionales como la ganadería y la agricultura. Cobran especial relevancia en esta ruta las bordas ganaderas que nos transportan a la vida pastoril.

La Chupaleches (Iphiclides podalirius), presente en la ruta, es una especie protegida.


Desde el punto de vista medioambiental, la presión ganadera que los animales ejercen sobre el terreno, deja al descubierto prados tapizados de matorrales y hierbas que en esta época del año forman un auténtico tapiz floral. Flores de todos los tamaños, fundamentalmente boragináceas, asteráceas (cardos, margaritas, etc.) y leguminosas (abunda la retama), también papaveráceas como la amapola roja, que se encargan de poner la nota de color a la ruta y que llevan asociada en conjunto una vida animal riquísima. Me refiero al mundo invertebrado. Cientos de mariposas revolotean de corola en corola. Caminando despacio, parando para observar los detalles casi de cada flor, se observa la intensa actividad que miles de pequeños insectos y otros artrópodos realizan a diario en cada planta. Una labor sorda pero vital a la que normalmente no se suele prestar demasiada atención en las salidas al campo. Esta ruta es una magnífica oportunidad para resarcirse.

Flores y mariposas, una mezcla muy vistosa.

Una vez rebasadas las bordas que encontraréis en la primera parte de la ruta, en una curva de la pista sale un sendero con las señales de pintura roja y blanca (GR.7). Es el momento de abandonar el trazado de la pista y seguir por esta senda que va ganando altura de forma más rápida. Sin llegar a ser dura, es la parte más empinada de la subida. Un águila culebrera de garganta oscura no pierde detalle de mis movimientos mientras yo por mi parte tuve la fortuna de deleitarme con su cicleo y su extraordinaria capacidad para sustentarse inmóvil en el aire (como suelen hacer los cernícalos). Mi cámara fotográfica decide no dejar pasar el momento por alto.

Lagarto ocelado.


Durante la subida es relativamente fácil toparse con algún ejemplar de lagarto ocelado en zonas pedregosas. Cuando llegamos a la altura de los primeros pinos, el sendero desemboca en una bucólica pradera en la que se asientan, privilegiadas, un par de bordas conformando una postal de montaña preciosa (WP.GR.4.6). El llano en el que se sitúan las bordas es un lugar estratégico para las formaciones de corrientes de aire caliente, de forma que no es raro coincidir con alguna “rueda” de buitres leonados en su progresión ascendente desde el fondo del valle para trasponer la sierra (Serra de la Creu) por el collado.

Destaca la incesante vida invertebrada en estos meses estivales.

El regreso es por el mismo camino, de forma que tendremos ocasión de poder prestar más atención ahora –compaginando las tareas de observación de los insectos- a las abundantes aves que habitan estos prados abiertos. Uno de los que a buen seguro llamará la atención es el alcaudón dorsirrojo, con su característico antifaz negro y dorso de color pardo rojizo (mucho más marcados en los machos). Abunda la orla forestal espinosa en la que estos animales se desenvuelven como nadie a la hora de cazar. Arponean a sus presas clavándolas en alguna de las espinas de árboles y matorrales. También en alambres como el de la valla que nos acompaña en los primeros metros de recorrido por la margen derecha. Otras aves presentes en la ruta son carboneros, herrerillos, chochines, tarabillas –paseriforme característico también de prados con abundante orla espinosa-, curruca mirlona, zarceros, escribano soteño, etc. No faltan el reyezuelo, el colirrojo tizón y el roquero rojo en las partes altas de la ruta. Como veis, una ruta corta, sencilla y completita.
Valle de Enclar, al fondo, desde Nagol



Lista de Way Points GPS Gran Ruta 4:
WP.GR.4.5  31 T377261 E4703735
WP.GR.4.6  31 T377583 E4704186

2 comentarios:

  1. Que preciosidad!! Que fotografías!! Impresionante Alfonso, como siempre..

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  2. Gracias Lola por tu comentario y seguimiento de esta Gran Ruta por Andorra. Me alegro de que te guste. Saludos

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