miércoles, 29 de junio de 2011

Al encuentro del rebeco en el Valle de Enclar

Enclar alberga la principal población de rebecos.

Es casi mediodía y el calor comienza a dejarse notar. Cuatro rebecos sacian su sed en las cristalinas aguas del riu d’Enclar, que bajan frescas y oxigenadas gracias a la corriente. Tras sentir mi presencia, comienzan a ascender por la canal, la misma por la que han bajado, en busca de la protección del bosque y las alturas del valle. Se paran una y otra vea a observarme y siguen su progresión entre las rocas hasta quedar fuera de mi vista. La escena podría considerarse habitual en el Pirineo, una escena que se repite a diario a horas más tempranas en casi cualquier valle de la cordillera. Sería habitual si no fuera porque los rebecos (isards) se encuentran a apenas 300 metros en línea recta de las casas y la avenida principal de Santa Coloma, en la parroquia de Andorra la Vella. Así es el valle de Enclar, salvaje y cercano. Su proximidad a la capital del Principado no es óbice para que en las entrañas de este estrecho valle los rebecos y otra fauna se muevan a sus anchas con total libertad. El valle de Enclar alberga la principal y más numerosa población de rebecos del país. No está mal, si tenemos por objeto –como es mi caso en el día de hoy- la intención de observar al que probablemente sea el símbolo de la Cordillera Pirenaica entre los artiodáctilos y uno de sus animales más representativos. La vall d’Enclar es una reserva para los rebecos (Rupicapra pyrenaica), un lugar seguro donde vivir lejos de la presión cinegética.

El valle hacia el este desde el Prat d'Enclar

El valle de Enclar es mi primera parada en la Gran Ruta de ecotouring por Andorra, en la segunda de las parroquias que visito, al norte de Sant Julià de Lòria. Se trata de Andorra la Vella y, aunque pequeña en extensión, guarda sorpresas naturales como la que centra el post de hoy, un lugar que me cautivó desde los primeros pasos por el canchal que lleva hasta la entrada al angosto valle. La subida dura 25 minutos y se inicia al pie mismo del asfalto de Santa Coloma (WP.GR.4.7). Se va subiendo en zigzag a través de un bosque en el que predominan encinas, robles y boj. De nuevo la influencia mediterránea se deja sentir en un valle que podríamos considerar ecotono entre los ambientes mediterráneo continentalizado y eurosiberiano. Todavía se dejan ver plantas con hojas esclerófilas -como la propia encina-, vellosidades, espinas, u otras formas de adaptación a la xericidad y por otra, frondosas, musgos y líquenes, que dejan claro que empezamos a entrar en la Andorra atlántica.



Tras la subida entre el bosque y los enormes bloques del canchal se llega al pequeño collet de Sant Vicenç (WP.GR.4.8) verdadera puerta de entrada al valle. Una vez traspuesto el collado, el silencio y la calma se apoderan de todo. Ejerce más que nunca de barrera acústica y visual. No es de extrañar por tanto que a partir de aquí el encuentro con los rebecos pueda suceder en cualquier momento, como de hecho ocurrió en la escena relatada al comienzo.

Pequeña fuente en el paraje más umbroso del valle.

En el colladet sendos carteles indican el sentido a seguir hacia el camí d’Enclar (de frente) y St. Vicenç d’Enclar (izquierda). Os recomiendo ambos, me explico. El camí d’Enclar se interna valle arriba, remontando el río Enclar hasta la cima del Bony de la Pica (2.402 m.) –máxima altura de la parroquia-. No es preciso llegar hasta arriba y siempre podréis regresar por el mismo camino pero a medida que vayáis avanzando descubriréis un bosque cada vez más húmedo, que recuerda en ocasiones a la laurisilva, con troncos lisos que se retuercen y tapizados de musgos y líquenes en un ambiente de frescor. Abundan los saúcos. En la ladera opuesta predomina el pinar de pino silvestre primero y pino negro en las partes más altas, con enormes lajas de piedra hábitat del isard. El contrafuerte rocoso de Roques Negres, cierra el anfiteatro pétreo de la Serra d’Enclar. El sendero sigue serpenteando por la ladera derecha dejando atrás alguna pequeña pradera horizontal (prat d'Enclar) en un valle más bien vertical y canales de los que se descuelga alguna pequeña cascada. El sendero (1 h. 30 min.) cruza el río por un puente de troncos y sigue ascendiendo guiado por las marcas circulares de pintura amarilla hacia las praderas (WP.GR.4.9) emplazadas en la base de Roques Negres. Es una buena zona para observar rebecos (2 h. 15 min.).

Valle de Enclar y al fondo Roques Negres.

¿La Gomera? no, ¡Andorra!

El sendero indicado como St. Vicenç d’Enclar es mucho más corto (apenas 10 minutos más desde el collet) y conduce hasta la capilla fortificada de Sant Vicenç (WP.GR.4.10). Antaño fue bastión importante para dominar el valle del río Valira pero probablemente su emplazamiento (en un promontorio rocoso) y sus escasas posibilidades de desarrollo merced a la citada ausencia de terreno horizontal, llevaron a su abandono. Hoy sirve de escenario a una de las vías ferrata andorranas.

La parte baja del valle posee marcado carácter mediterráneo.
Este breve sendero desde el colladet hasta las inmediaciones de la capilla-castillo, dan vista a la parte occidental del valle de Enclar. Entre el bosque y los bloques de piedra se observa una gran canal –justo donde empieza la subida a la capilla- por la que los rebecos suben y bajan con la soltura que ha hecho famoso a este pequeño bóvido. Allí tuve el encuentro con los cuatro ejemplares (se calcula una población de 300-400 rebecos en el valle) y hacia allá se va mi mente mientras cierro este post. El próximo día seguiré esos últimos metros del río de Enclar, como tantos otros arroyos y ríos del Principado, para detenerme a orillas del principal curso fluvial de Andorra, el río Valira.  

Capilla de Sant Vicenç.

Lista de Way Points GPS Gran Ruta 4:
WP.GR.4.7:  31 T376465 E4705955
WP.GR.4.8:  31 T376158 E4706089
WP.GR.4.9:  31 T 374028 E4706859
WP.GR.4.10:  31 T376225 E4705914

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