jueves, 25 de noviembre de 2010

Día 1º. Alta, entre arte lítico y auroras boreales



Después de un cómodo viaje entre Madrid y Oslo y la conexión local hasta Alta, ya estamos en Finnmark, en el norte de Noruega. Hay que reconocer que en este país los aeropuertos funcionan bien. La nieve no es obstáculo para el despegue y el aterrizaje, así que los vuelos van a su hora.


Estoy en la Laponia Noruega, al norte del Círculo Polar en una región poco frecuentada por el turismo, especialmente en invierno, cuando las temperaturas son bajo cero y el blanco es el denominador común del paisaje, pero ése es precisamente el aliciente de mi viaje.



 Alta, una pequeña ciudad de apenas 20.000 habitantes, es la puerta de entrada a la provincia de Finnmark, unas tierras yermas e inhóspitas en una meseta altiplana en la que no faltan fiordos, penínsulas y cabos. Estamos a la misma latitud que Alaska y Siberia.






Alta es conocida internacionalmente por su arte lítico prehistórico, con unas pinturas líticas que datan de hace 4.000 años, declaradas Patrimonio de la Humanidad y es sobretodo conocida por ser la capital de las auroras boreales.


Hemos llegado a primera hora de la tarde y como día de “aclimatación” lo emplearemos en visitar el Museo de Alta, junto a las pinturas. La nieve lo cubre todo así que hemos de contentarnos con ver unas reproducciones y el interesante museo en el que, aparte de las pinturas líticas, se cuenta la historia de una región, Finnmark, que fue asolada por el ejército alemán en su retirada en la Segunda Guerra Mundial. Poco o nada queda en pie de las poblaciones que habitaban Finnmark antes de ese trágico desenlace. Aunque no podemos transitar por las pasarelas que permiten observar los más de 3.000 petroglifos si disfrutamos con la contemplación de Sautso, el espectacular desfiladero que con sus más de 400 metros de desnivel entre la parte alta y el mar, está considerado el cañón más profundo del norte de Europa.



Regresamos al centro de la ciudad a tomar algo y ver cómo algunos de sus habitantes demuestran su pericia a la hora de esculpir figuras en bloques de hielo con motosierras y cinceles, antes de dirigirnos al hotel de hielo. Otra de las cosas famosas en Alta.


Todo en este hotel está hecho de hielo: desde las paredes hasta las camas o los vasos de una barra de bar que… también es de hielo. Sólo algunas pieles de reno permiten no tocar directamente el gélido sustrato a la hora de sentarse o tumbarse para dormir (o al menos intentar dormir) a temperaturas bajo cero. Con el deshielo todo vuelve al estado líquido y cada año toca construirlo de nuevo. No me negaréis que al menos es de los pocos hoteles en el mundo que se renuevan y remodelan cada año...

 Después de una intensa tarde en Finnmark, la primera de unas cuantas que vendrán, es hora de preparar todos los detalles de la gran ruta de más de 800 kilómetros que mañana iniciamos por esta vasta y preciosa tierra polar. Con la noche ya presente somos testigos del espectáculo del norte: las auroras boreales. No podemos comenzar mejor.



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