Etapa corta, muy corta, en comparación con el resto de jornadas
anteriores de esta Gran Ruta por
Marruecos. El meridiano está sobrepasado pero aún así se agradece una
jornada sin prisas, para reponer fuerzas y poner el cuerpo, cámaras y vehículo
a tono para las dos últimas etapas por este fantástico país. Aunque todavía
queda bastante, hemos tragado mucho polvo. Algo que si en otros lugares
molesta, aquí incluso gusta. Señal de que nos hemos adentrado por el corazón
del sur marroquí. Se antoja necesaria una buena limpieza de cámaras, sensores y
objetivos. No es la primera ni será la última antes de llegar a casa.
Haima en la Kasbah Itran. |
Dejamos atrás la Kasbah Itran hasta una próxima ocasión. Por delante tenemos la pista del valle de las Rosas. Terreno apartado y no en mal estado, aunque se precisa como siempre un 4x4. La etapa se presentaba tan corta que al final se convirtió en una auténtica jornada de relax. La pista de la Rosas (hay una corta y otra más larga que conducen a Boumalne Dadès) nos la tomamos con mucha calma. Demasiada. Bajando cada poco del vehículo para disfrutar de las muchas panorámicas, alguna acondicionada como pequeño mirador, otras, la mayoría, improvisadas. Tuvimos tiempo de pasear por alguna de las aldeas que jalonan el recorrido y se esconden confundidas con la piedra y arenisca rojiza a ambas orillas del río que desciende desde las alturas del cercano Ighil M’Goun (
Dejamos atrás algunas aldeas bereber como Tourbist o Bou Tharar para llegar al asfalto en Âit-Youl, a un tiro de piedra de Boumalne Dadès. Precisamente esta carretera a la que ahora salimos es la que recorre la Gargantadel Dadès desde Boumalne (en el extremo sur) hasta Tilmi (al inicio de la garganta). Es una garganta bella por la que se abre paso el río Dades entre altivas montañas que superan los
Âit-Youl está al final del desfiladero así que lo mejor es girar a la
izquierda y subir por la carretera hacia Zª.-S.-Moha-ou-Ayachi e ir disfrutando
de los muchos miradores que existen para dar la vuelta y volver a disfrutarla
por segunda vez, ahora en sentido contrario, hasta Boumalne Dades. En total
unos 100 kilómetros
de subida y otros tantos de regreso por la garganta. En la prisa y gustos de
cada uno está el punto de retorno.
Nos alojamos, ya de noche en el Xaluca de Boumalne Dadès. Un buen hotel y con una
piscina a la que no pudimos resistirnos. Boumalne Dadès. |
es maravioso
ResponderEliminarUn lugar fantástico, sin duda. Gracias por tu comentario y un saludo
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