martes, 19 de abril de 2011

Islandia, 100% Natural


Pocos lugares en el mundo poseen tanto atractivo para recorrerlo en vehículo. Tamaño perfecto y superficie rebosante de atractivos naturales. Todo en Islandia es naturaleza. Sus 100.000 kilómetros cuadrados encierran una diversidad de paisajes sin parangón, en la que no tienen cabida grandes urbes, ni rascacielos, sólo naturaleza en estado puro. Verde, blanco y azul. Rincones en los que la nieve se funde con el fuego de la Tierra para, a continuación, despeñarse en un fabuloso salto de agua. Todo en un palmo de terreno.

Apenas 100.000 kilómetros cuadrados, la quinta parte de la extensión de España, que albergan, entre otros atractivos naturales, el mayor glaciar y la cascada más caudalosa de Europa. Donde acantilados de vértigo ponen el límite costero a fiordos, volcanes y glaciares. Paraíso del birdwatching –especialmente aves marinas- y el whalewatching, un lugar en el que podemos darnos un baño de aguas termales sulfurosas, contemplar el calor intrauterino del magma en forma de geiser, el aleteo incesante de los frailecillos o ver nadar a una foca entre icebergs. Y además podemos elegir entre hacerlo bajo el Sol de medianoche o el baile de las luces del norte, las auroras boreales.



… y todo en un país en el que sus principales atractivos parecen haberse dispuesto a propósito para ser recorridos en un trazado circular. Un anillo de hielo y fuego recorrido por la única carretera del país, la Ruta 1. Es el Anillo Islandés, la Ring Road. El resto es territorio del 4x4. Sólo queda decidir si acometer el Anillo de izquierda derecha o de derecha a izquierda. Si un destino no puede faltar en un blog de Grandes Rutas en la naturaleza (ecotouring), ése es Islandia. Kilómetros y kilómetros de tierras desiertas, inhóspitas, una lección de geología en cada curva del camino.

En febrero del año pasado organicé mis vacaciones familiares de verano en Islandia. No eran pocas las personas que me preguntaban: ¿y allí que hay?; tres semanas más tarde, el 20 de marzo de 2010, el Eyjafjallajökull, ese volcán de nombre impronunciable, despejaba muchas dudas y se encargaba de mostrar al mundo parte de lo que la isla encierra. Desde ése día y durante los meses siguientes, el tráfico aéreo europeo, tuvo la vista puesta en el país vikingo por excelencia. Este que ahora comienza, es el diario de campo de un viaje siempre soñado: el Anillo de Islandia.

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